Siempre nos ha gustado la montaña pero sin ir más allá de largas caminatas y algún que otro piquillo, desconociendo por completo todo lo que hay detrás del mundo de la alta montaña y por supuesto mucho menos del alpinismo. Pero eso no significa que no nos llamara la atención, y que no sintiéramos verdadera y curiosidad cuando algun@s de nuestr@s amig@s nos han contado increíbles experiencias tratando de coronar cimas verdaderamente respetables.
La tentación de descubrir eso en nuestra propia persona, las ganas de superación constantes y el hecho de encontrarnos en la cordillera mas larga de la tierra hacían que cada vez el reto estuviera mas cerca.Y por si todavía quedaba alguna duda, nuestro nuevo y gran amigo Ishe nos lo puso en bandeja no poder decir no: con el equipo encima de la mesa nos ofreció una salida de un día con él, Bacha y sus amigos del grupo de andinistas (alpinistas de los Andes) para conocer al volcán que después de su erupción dejó dos preciosas cimas para elegir: Illiniza Norte (5126m) e Illiniza Sur (5263m).
Y así nos vimos metidos en un nuevo reto que esta vez nos daba realmente respeto. Pero las ganas ayudaron a concienciarnos hasta que el sábado salíamos a las 4h de la madrugada con el objetivo de coronar el Illiniza Norte que ya habíamos visto en una exposición de arte en la casa de la Cultura de Quito y que para nada esperábamos conocer.
Un buen equipo de siete con mayoría femenina, todos amigos, un día soleado y las cimas de ambos picos despejadas, todo estaba a nuestro favor, aunque un poco justos de tiempo iniciando el ascenso a las 10h de la mañana.
El ritmo empezó muy bueno, subiendo todos a una, paradas rápidas y buen humor colectivo. La primera parte era bastante llevadera, todavía con vegetación de Páramo, suelo firme y con una inclinación relativamente fácil.
Chuquiragua (flor de los Andes) |
Después vino el momento de tomar la decisión: seguir el camino por el refugio, más largo y más hielo pero menos inclinado, o subir por el arenal con menos tiempo y hielo pero con un terreno resbaladizo por la soltura de la tierra árida.
Decidimos subir por el Arenal y allí se empezó a complicar la cosa. El tiempo atmosférico seguía acompañando, la energía de la montaña y del grupo era muy buena, pero el desnivel ya era considerable y cada vez mas se iba notando como la altura alteraba nuestro cuerpo totalmente desacostumbrado.
Los primeros síntomas ya habían salido en el inicio cuando de golpe la barriga se llenaba de gas y apretaba avisando que debía ser liberado, era incómodo pero de fácil solución, siempre y cuando se avisara al de detrás. Después ese movimiento iba subiendo hacia el estómago, creando una sensación de mareo y malestar. A eso se le sumaba un dolor de cabeza y la angustiosa sensación de asfixia, siendo cada vez más costoso respirar con normalidad.
Realmente una sensación bien extraña pero que nos recuerda que igual que no estamos hechos para vivir debajo del agua, tampoco en altitudes tan altas, como tampoco lo hacen árboles ni plantas. Y más teniendo en cuenta que no habíamos hecho aclimatación previa (subiendo otros montes algo menores antes o bien dividiendo el ascenso en dos días y haciendo noche en el refugio). El caso es que podíamos lograrlo, sólo había que tratar de normalizar las anomalías físicas y estimular nuestra mente hacia lo positivo.
Como bien decían nuestros compañeros, la posibilidad de llegar a la cima alberga un porcentaje mayor en la fuerza psíquica que en la condición física, así que todo era cuestión de actitud. Sería realmente interesante poder escuchar los diálogos interiores de los grandes alpinistas porque seguro que tod@s hemos tenido importantes charlas con nosotr@s mismos cuando nos enfrentamos a una cima. Ahora más que nunca, admirábamos a aquellos capaces de llegar a 8000m.
Una vez pasado el Arenal, empezaba la parte de grimpar un poco por las rocas mientras tratábamos de esquivar la nieve, que era más de la esperada.
Pero lo que debía ser un ascenso casi de senderismo sin mayor complicación técnica, se convirtió en un desafío que requería material que no llevábamos, un temporal cada vez más bravo nos advertía en replantearnos la cumbre. Apenas quedaban unos 100 metros para coronarla, pero también era la parte mas peligrosa que podía demorarse una hora en subir y dos en bajar. Además había llegado la "hora de queda" y el grosor de nieve con viento helado y niebla espesa predecían que en poco tiempo podía convertirse todo en hielo, un arma demasiado fuerte para botas sin grampones.
La decisión estaba clara. En un primer momento la frustración se apoderó de nosotros. Después de haber peleado tanto y no poder llegar nos hizo sentir un tanto decepcionados, pero después reaccionamos y tratamos de evadir ese sentimiento y hacernos conscientes de lo importante. Tal vez no hicimos cumbre pero llegamos a los 5000m. Mucho más alto que cualquiera de las montañas de nuestro país y mucho más de lo que habríamos imaginado hacía un tiempo atrás.
Así es la montaña, ella decide quien sube y quien no. Ella pone las normas y desafiarlas es ir contra las leyes de la naturaleza con la que siempre seremos obviamente mas vulnerables.
Como dijo Roger Baxter -Jones: "Regresad vivos, regresad como amigos, Llegad a la cumbre. Por ese orden." Quizás la tercera no se ha cumplido (todavía) pero ahora estamos mas vivos que nunca y con cinco amigos más!
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