Después de éstos dos meses en la
comunidad hay algo muy especial que nos inspira a escribir en nuestro blog y
poder así compartir la grandeza de ésta comunidad. Nos referimos a éstas energías
personificadas en cuerpos que demuestran grandes virtudes de las que aprender y
enamorarse.
Ya desde el primer día nos
brindaron una bienvenida que se prolongó a lo largo de las semanas. Des del
momento que nos venían a buscar para ir a desayunar siempre nos ofrecían la más
bonita mirada y sonrisa de buenos días. Con aquella expresión te invitavan a
sentarte en su casa y comer aquella rica comida preparada con gran ilusión. En
cada una de ellas siempre había una energía pura que correteaba alrededor tuyo
curioseando y a la vez buscando diversión. Hablamos de las niñas y niños de la
comunidad, personas que desprendían una luz bien viva y que siempre te sacaban
una gran sonrisa. A voces de “¡Acompañante!” siempre te llamaban para que le
regalases tu atención con un simple saludo o un intecambio de juegos
improvisados.
Cada día conocíamos una nueva
familia que nos acogía en las tres comidas diarias, todas ellas distintas pero
compartiendo una misma esencia: la hospitalidad. En muchas ocasiones sentías un
cierto agradecimiento por el hecho de estar allí en la comunidad y aportar tu
granito de arena para mejorarla. Así, sentías como muchas mujeres ofrecían el
acto de dar comida a “los acompañantes” como manera de agradecer el trabajo
realizado.
De estas comidas nacían cortas o
largas conversaciones que nos permitían conocer más acerca de aquellas personas
que lucharon durante doce años por la libertad de su pueblo. Se percibía como
su historia condicionó la manera de concebir lo que tienen. Hace sólo unos pocos años
vivían en medio de la montaña, sin un lugar fijo, en unas condiciones muy
precarias y siempre pendientes de la amenaza del ejército. Con sus pocos
recursos tenían que sobrevivir en un contexto de constante amenaza en el que de
un día para el otro todo podía perderse. Hoy, después de mucho esfuerzo y
sacrificio, han conseguido levantar una comunidad en la que pueden vivir en
paz. De aquí que, después de todo lo vivido, sean personas que valoren
profundamente lo que tienen. Agradecidos por todo lo de su alrededor,
transmiten una gran humildad que te invita a replantearte el valor de todo lo
que tienes en tu pueblo de origen.
No sólo conocimos su manera de ser a través de éstas tertulias, sino que la posibilidad de acompañarles en sus oficios nos abrió paso a profundizar más en ésta identidad "chapina" de Primavera del Ixcán.
Así pues, comprobamos como la perseverancia junto con la ilusión puede ser capaz de sacar algún fruto de un lugar poco fértil. Sea conociendo la vida de un pescador, de un apicultor o de una cocinera de chocolate, todos ellos mostraron una gran lucha por sacar provecho de una tierra cuya riqueza dependía de las destrezas de aquellos que la trabajan. Todos nos mostraron grandes habilidades autodidactas y mucho sacrificio detrás de aquel fruto que nos brindaron a saborear. Nos ofrecieron así, el resultado recogido después de mucho trabajo. Un bien compartido con mucha ilusión y distintivo por su textura, color y sabor...realmente ÚNICO!
Sus virtudes no sólo se expresaban en su manera de ser, sino también en su manera de organizarse. Con la excusa de
apropiarse de todas las tierras, el ejército dirigido por el Gobierno y también
con la implicación de EEUU, llevó a cabo una masacre hacia de las comunidades
indígenas que obligó a muchas familias a exiliarse hacia México. Aunque
miembros de éstas familias decidieron quedarse para formar las CPR (Comunidades
de Población en Resistencia) y luchar durante doce años en la montaña para
defender sus tierras y resistir a tales atrocidades. La necesidad, junto con el
lema “vivir o morir” obligaron a los grupos en resistencia desarrollar grandes
capacidades de organización y estrategias sociales con el fin de ganar aquel
genocidio. El coraje y la perseverancia permitieron a las familias
reencontrarse después de mucho tiempo y empezar a construir nuevas comunidades
como Primavera del Ixcán, sustentadas en gran parte, gracias a todo lo
aprendido durante la guerra.
Para nosotros éste lugar no ha sido
una simple comunidad en la que hemos convivido con magníficas personas y dónde
hemos podido desarrollar un proyecto con jóvenes, del que hemos aprendido y
disfrutado muchísimo. Para nosotros Primavera del Ixcán ha sido algo más. Lo
podemos considerar como una escuela de vida, un contexto en el que hemos crecido
como personas. Nos llevamos las grandes virtudes que nos han enseñado para
intentar aplicarlas en nuestro día a día y ver la vida desde otras
perspectivas.
Su hospitalidad nos ha permitido
ver la grandeza a la que puede llegar el ser humano cuando abre las puertas de
su casa y se preocupa por el bien estar del otro; su generosidad nos ha
mostrado la posibilidad de dar a pesar de tener poco; la vitalidad a
interiorizar el espíritu de trabajo, activismo y energía para vivir; la
humildad para valorar todo lo de nuestro alrededor por poco que sea; su calma y
tranquilidad a replantear el estrés que habitualmente nuestra cultura nos
impone; su capacidad de lucha a no tener miedo por defender los derechos del
pueblo, lo nuestro; su amor por la tierra a querer aún más la naturaleza y
tomar consciencia de su significado para la vida del ser humano; y finalmente
la honestidad como forma de actuar, siempre des de una posición de acuerdo con
la moral, des del respeto a las normas sociales y al otro.
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