Al estilo Ché en la Casa del Tabaco |
Noche de música y cerveza a casa Juan |
Enormes montañas verdes repletas de plantaciones de tabaco y café, caballos y vacas pastoreando alrededor de los largos senderos que unen las pequeñas zonas donde vive la gente rural, con espléndidos rincones naturales que ofrece la zona. Y no hay mejor manera de descubrir tal lugar que subiéndote en una bicicleta y explorar por una misma todo lo que puede llegar a surgir, como refugiarse de la lluvia en el porche de una casa y ver como las nubes alimentan el verde de las montañas mientras las dueñas de la casa te acompañan brindándote unos mangos de cosecha propia.
Viñales es nuestro primer exhalo
de naturaleza en Cuba después de la densa y calurosa Habana. En este rincón al
sud-oeste de la isla, no solo nos quedamos perplejos por el paisaje que nos
rodea, sino que tenemos la virtud de adentrarnos en la vida de la familia
Labrada, quienes nos abren sus puertas para ofrecernos estancia en casa de
Juana, junto con sus nietos Roberto Jr y Edenny.
Juana es una viuda de 70 años que
arrienda su casa con la ayuda de sus nietos. Una mujer que habla más de lo que
respira y tan rápido como su deseo de hacernos sentir como en casa. Ella tiene
dos hijos mayores, Juan y Roberto, dos canta autores amantes de las cuerdas que
tocan conjuntamente en un grupo, motivo por el cual han tenido la oportunidad
de viajar a otros lugares para compartir su pasión por la música.
Sin darnos cuenta y tan sólo pasando tres días en casa de los Labrada, no sólo hemos podido conocer mucho acerca de esta hospitalaria familia, sino que nos han regalado especiales momentos de música y reflexión en esta pequeña y mágica villa:
Recibir una invitación en casa de
Juan junto a su esposa y suegra para tomar unas cervezas mientras nos deleita
con sus composiciones a guitarra clásica; acudir en la casa de la cultura para
ver a los “repentistas” (algo parecido a una “batalla de gallos” entre los
hombres mayores del pueblo) y interrumpir la actuación para dedicarnos la canción que mejor refleja la realidad cubana;
o llegar a la casa a altas horas de la mañana y encontrar a Roberto padre y
Roberto hijo para despedirnos con una última velada bajo la noche estrellada,
que empezó con canciones de desamor y terminó llegando casi al amanecer
conversando sobre la vida entre risas, abrazos, e incluso llantos.
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