Nuestros primeros
pasos de salsa en la Habana
Las verdes y salvajes
montañas de Viñales
La calma y virginidad de Playa Larga
Los
enormes y coloridos peces de Caleta Buena
La peculiar
arquitectura de Cienfuegos
Las impresionantes cascadas
del Nicho
La vida nocturna y
amistosa de Trinidad
El espíritu artístico
y revolucionario de Santa Clara
La pasión por el
Carnaval en Santiago de Cuba
o el
exquisito chocolate de Baracoa
Sería realmente difícil
establecer un orden de preferencias sobre cuál ha sido el mejor lugar que hemos
visitado, pues ya lo es encontrar adjetivos mínimos que resuman las mejores
peculiaridades de cada uno de ellos... Lo cierto es que a lo largo de nuestro
viaje por la isla hemos tenido la oportunidad de descubrir parte de los
rincones más preciados e inefables que ofrece este país, intentando sacar el
mejor jugo a los veinticuatro días que teníamos para recorrerlo. Cuba nos ha
ofrecido todo tipo de maravillas naturales, desde zonas montañosas repletas de
vegetación, ríos y cascadas, hasta las playas más insólitas y distintivas, sin
olvidar sus cálidas y coloridas ciudades.
En cada uno de estos lugares
hemos podido ver, por un lado, cómo el pueblo Cubano se esfuerza para mantener
el atractivo de las zona urbanas, y por otro, sentir la magia que la madre
naturaleza nos brinda, permitiéndonos llegar a estados aletargados en los que
fácilmente te podrías pasar horas contemplando una misma imagen.
Pero sin duda, de Cuba también
nos llevamos su historia, quizás una de las partes más representativas de su ciudadanía y que ha
condicionado y guiado lo que a día de hoy es éste país. Hemos percibido lo
latente que está todavía, pues la fuerte estructura social y política actual del
país, sigue muy conectada con su trayectoria histórica y es por ello que sus
habitantes siempre miran de reojo el pasado, tratando de imaginar su futuro.
Una mirada atrás que contempla la
revolución como un gran logro, como un suceso que permitió salir de un pozo
vació hacia la esperanza y la ilusión. En esto podríamos decir que coinciden
todos los cubanos pero por lo que representa al presente, a lo largo del viaje
hemos podido conocer de primera mano algunas muestras sobre las discrepancias
que surgen de ésta forma de gobierno.
Nos referimos, por ejemplo, a las
ventajas sociales como las garantías respecto a las bajas de maternidad, el derecho
universal a la sanidad, el acceso a la educación pública y gratuita o a la
muestra de que existe una repartición de riqueza ya que apenas se ve gente
pidiendo limosna o durmiendo en la calle. Pero también hemos conocido la
escasez como forma de vida y las diferentes formas de conseguir un dinero
“extra” para compensarlo, la devaluación de la moneda cubana frente a la de los
turistas y la cantidad de impuestos que pagan al gobierno para sostener toda
esta estructura social.
Es por todas
estas contradicciones que en Cuba puedes encontrar dos posiciones muy
diferenciadas y que hemos tenido la suerte de poder escuchar y contrastar; por
un lado está esa gente que se ha quedado contemplando la victoria de la
Revolución como un echo a recordar y que permite aceptar y justificar la
situación que actualmente están viviendo los cubanos como una muestra de
igualdad social por la que hay que estar agradecido, orgulloso y conforme. Por
otro lado, existe otra parte de la población, más difícil de encontrar puesto
que no están bien vistos los que cuestionan al gobierno, que a pesar de que valoran
su historia y son afines a las ideas del movimiento, valoran la revolución como
un triunfo que jamás debería servir para justificar la precaria situación que
están viviendo a día de hoy bajo el nombre de comunismo, sin cuestionar si
detrás de todo lo que recauda el estado en impuestos o primeras materias como tabaco,
ron, café, cacao, coco, hay realmente una repartición de los beneficios justa
para el pueblo.
El poder conocer los diferentes
argumentos para nosotros ha sido una forma de entender su política de forma
global y objetiva. Y para los cubanos, tal vez hemos sido un punto de vista
externo. En éste sentido, para aquellos que aman el país era una manera de
demostrar toda la estructura social que hay detrás de lo que muchos ven como
pobreza. Y para los que no se sienten conformes, hablar con nosotros era una
forma de expresarse libremente y posiblemente, cómo decían ellos, el primer paso hacia
una nueva revolución.
Quizás es cierto que hay
contradicciones del sistema que no son fáciles de entender y que dan pié a que
mucha gente se muestre descontenta, pero por otro lado, lo que sí que es cierto
es que éste sistema ha conseguido que la brecha social no sea tan marcada como
en la mayoría de sociedades de occidente, además de transmitir unos valores a
la ciudadanía que superan todo tipo de riquezas materiales.
A lo largo de nuestro viaje hemos
visto como la gente es especial, respetuosa, abierta, bromista, risueña,
generosa, vital, positiva y en definitiva, podemos decir que los cubanos son gente maravillosa con ganas de mostrarse tal y como es y, sobretodo, recibir a
los de afuera para poder intercambiar todas esas cualidades.
Entre estas grandes virtudes que conforman
la sociedad cubana, a parte del amor al prójimo, también está el amor por la
música, el ritmo, la salsa. Es sorprendente cómo son capaces de despertar éste
elemento intrínseco en el ser humano, para hacerlo llegar a todo el mundo y
transmitir aquello que ayuda a superar cualquier vacío emocional. En todas
partes, en todos los pequeños rincones de la isla nos han invitado a bailar y
compartir lo que para ellos es mas que un pasatiempos, es el motor que les
permite empezar cada uno de sus días.
Y no solo la pasión por la música
conforma la virtud de su cultura, sino que los grandes pintores y
artesanos también la caracterizan. Son hábiles con las manos y la imaginación,
ya no solo por los cuadros o artesanías que ofrecen, sino por la gran
destreza que tienen a la hora de apañar lo que para nosotros podría ser una
chatarra, y convertirlo en una verdadera obra de arte; los coches. Automóviles
que en nuestra sociedad son comunes, fáciles de conseguir y normalizados en
nuestro dí a día, para ellos es algo más que una carrocería y un motor. Es más
bien un privilegio y un negocio como modo de vida para aquellos pocos que
consiguen tener uno. De aquí que lo cuiden, lo mimen e intenten dedicarle el
esfuerzo que haga falta para que el “carro” tenga una vida eterna. Un medio de
transporte al alcance de unos privilegiados que acaban transformando sin querer
obras de arte en movimiento.
En conclusión, dejamos atrás
nuestro primer destino para seguir avanzando
en nuestro camino. Cuba ha sido un
lugar del que nos llevamos increíbles experiencias que nos invitan a pensar en
regresar algún día a este paraíso tropical y reencontrarnos con aquellas
personas que han dejado un pedacito de ellos en nuestro recuerdo.
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