lunes, 1 de octubre de 2018

SALAMAT FILIPINAS!!



Y después de 56 horas inmersos en un limbo temporal llegamos a este país compuesto por 7000 islas. Habíamos dejado de explorar los territorios latinos para conocer una cultura totalmente distinta. Estábamos ubicados en el otro lado del mundo, concretamente en Manila. La capital fue nuestra bienvenida en Filipinas y el primer lugar en el que pudimos percibir los grandes contrastes socio culturales.

De repente, el castellano dejó de servir como herramienta de movilidad y el inglés básico, junto las señas, fueron la vía a través de la cual nos podíamos comunicar. Los puestos de comida ya no ofrecían empanadas, ceviches, pollo frito, arroz con frijol, bombas de papa o fritada, sino noodles, arroz frito, sopas de pescado, brotes de algas marinas o bambú. Los rasgos de la cara se transformaron y la constitución delgada y baja predominaba. Estábamos en Filipinas!!! Era emocionante andar por aquellas calles llenas de estímulos totalmente distintos y más aún lo podía ser en los próximos días al descubrir los tesoros que escondían aquellas islas.


Niños en la Isla de Bohol


Para ello nos fuimos primero a la Isla de Cebú. Cabe decir que cuadrar la ruta en este complejo mapa de islas no fue nada fácil, sobretodo si no tienes mucho tiempo y dinero. Pero esta isla nos ofrecía una buena posición para conocer sus alrededores llenos de posibles encantos. Cebú, fue la isla en la que empezamos a integrarnos con las filipinas y filipinos. Un proceso que, con el tipo de gente que son, era muy fácil!!! Siempre con una sonrisa en la cara nos saludaron y nos intentaron ayudar. Nos dieron siempre el más cálido recibimiento y, a pesar de muchas veces no entendernos, notamos interés en que consiguiéramos aquello que necesitábamos.

Pero Cebú, no solo tenía buena gente, sino también buena comida!!! Ufff...que ganas teníamos de comer distinto!!! Latino américa tenía una buena y rica gastronomía, pero el problema lo encontrábamos en los menús diarios, de calle, lejos de los restaurantes. En ellos siempre encontrábamos una comida que oscilaba en lo mismo, excepto cuando topamos con los ricos ceviches. En Cebu y en el resto de islas que visitamos el tema era distinto. En los puestos comunes, de la calle, la oferta era muy variada!!! Podías siempre elegir entre más de una decena de "platitos" que alimentaban tu paladar de una manera bien sabrosa.



El otro exquisito platito que alimentó a otro sentido fueron, como no, la playas. The White Beach, fue el primer plato de una sucesiva oferta que nos esperaba por delante, y su interior, fue algo similar al sabor que sientes cuando te comes aquellos bombones de chocolate que al masticarlos explotan de intensidad. Si por fuera te atrae, cuando lo descubres por dentro te conquista. Barreras de coral inmensas llenas de peces fue el plato estrella que quisimos repetir en varias ocasiones. 



Y por suerte, en Filipinas, la oferta que tienes a tu alcance es infinita. No solo fue Cebu el chef encargado de hacernos deleitar con aquellas maravillas, sino las sucesivas Siquijor, Panglao, Siargao y sus respectivos alrededores también fueron grandes islas en las que degustamos lo mejor del mar de Bohol. Pudimos ver en su interior un buen surtido de animales, entre los cuales nos impactó la cobra marina y el tiburón ballena. Estas dos especies se encargaron de dar fe a la frase, "por ser más grande no eres más peligroso". Una con un cuerpo a rayas delgado y pequeño era el animal más letal del mundo marino, en cambio el  otro, de un tamaño gigantesco con topos impregnados en su piel era el más pacífico de todos.


The White Beach (Cebú)

Kagusua Beach (Siquijor)





Salagdoong Beach (Siquijor)

Dahican Island 

Doljo Beach (Panglao)

Playa Virgen en Siargao






































































Pagbasayan Island


Campos de arroz en la Isla Siargao


Isla de Cebú





















La otra parte de la riqueza filipina la encontramos en su interior, alejada de las playas. A través de las venas que van hacia el corazón de la isla y que casi siempre desembocan a la costa, nos fuimos con nuestra moto a descubrir los rincones más escondidos. Unos recorridos que nos permitieron acabar de conocer la vida que rodea a la gente de filipinas. Aparentemente percibimos una vida tranquila, dedicada a la pesca y el comercio a pequeña escala, centrado principalmente en los mercados y los puestos de comida. Aunque este temperamento relajado desaparece en las conocidas "peleas de gallos". En todos lo recorridos siempre veíamos granjas de gallos de pelea preparados para desgarrar al adversario a grito de sus dueños, un hecho desconcertante cuando conoces este buen carácter de las y los filipinos. Pero así era, puestos en otro contexto escuchabas la transformación hacia el puro salvajismo y el afán de oler la muerte a cambio de un dinero. Algo que para nosotros es algo muy sádico y poco ético, aquí es un pasatiempos de atardecer muy normalizado, y parece ser que también en otros lugares del mundo pues en algunas partes de latinoamérica también se daba ésta antinatural afición.


Gallos de pelea (Isla de Bohol) 
Fuera de este campo de batalla viven en sus humildes casas, relajados del estrés, cantando siempre karaoke y empapados de esta energía que les brinda el mar y el denso verde que les rodea. Un contexto en el que viven infinidad de animales, pero de los cuales destaca uno, el traiser. El mono más pequeño del mundo que mide 15 cm y que lleva en nuestro planeta 45 millones de años, nos dejó hipnotizados con sus ojos saltones, su larga y delgada cola y sus movimientos de cabeza que giraban 180 grados a cada lado, como si de un robot se tratara.
Montañas de Chocolate (Isla de Bohol)



Tarsier (Isla de Bohol)
Cambugahay Falls (Siquijor)
Durante un mes hemos recorrido un total de 14 islas, una ínfima parte de lo que engloba Filipinas. Así pues, hemos podido conocer un trocito de este paraíso habitado por una mezcla de razas y culturas provenientes del mundo indio y austronesio. Pero también español, y es que el Sur Este Asiático tampoco se salvó de este depredador con afán de colonizar y absorber todo lo que se encontraba en su camino. Con una fuerza en su territorio que duró tres siglos influenciaron hasta tal punto que un 90% de la población practica el catolicismo y pocos son los que practican el musulmán o el budismo. En la lengua también influenciaron, aunque no tanto como en latino américa. Mantienen su idioma, aunque no por completo. Era un tanto divertido y extraño a la vez, poder decir los números en castellano o ciertos utensilios de cocina como "platito", "cuchillo" o "tenedor".

Pescadores en la Isla de Pagbasayan

A raíz de la revolución filipina a finales del siglo XIX el rumbo cambió, Filipinas se independizó, aunque más adelante tuvo que luchar contra la invasión estadounidense y japonesa. Pero este sacrificio sirvió para algo. Actualmente, el crecimiento económico en Filipinas es moderado, englobado dentro del área económica del sudeste asiático y ayudado por las contribuciones de una importante población de trabajadores filipinos emigrados. El país recibe además numerosas inversiones y ayudas extranjeras de países como Corea, Japón, Estados Unidos o España. Estas inversiones tienen lugar en los sectores de las tecnologías de la información y la comunicación y también en los sectores de energías renovables.

Nos llevamos de esta primera etapa asiática un recuerdo lleno de tranquilidad rodeada de buena energía. Un estado motivado por este paisaje cálido y húmedo, lleno de riqueza que brota por todos lados. Sin duda, esperamos regresar en algún momento para acabar de recorrer este edén rodeado de mar que tanta oferta tiene para nuestros sentidos. SALAMAT FILIPINAS!!!!!

Manglares en la isla Kangbangyo





Guyam Island

Montañas de Chocolate (Bohol)