martes, 31 de julio de 2018

CUSCO Y MACHU PICCHU: la cuna de la cultura Inca




Cusco o Qosqo: "el ombligo del mundo"












Nuestra llegada al siguiente destino no suponía otra parada más en la lista, ni una elegida al azar. Como tampoco es casualidad que sea una de las mas visitadas del mundo. Cusco es una ciudad muy emblemática y pararnos en ella no sólo suponía pasar unos días en un lugar bello por donde pasear y comer, sino que lo que más atrae de ésta ciudad peruana es la posibilidad de retroceder en el tiempo y comprender mucho más allá de lo que se puede captar a simple vista de su estructura urbana. Pues Cusco es reconocida como patrimonio de la Humanidad por ser la cuna del Imperio Inca, uno de los mayores imperios jamás creados en el mundo.


Ésta ciudad, situada al sur del Perú y cercana a los países vecinos de y Bolivia Chile, fue todo un punto de referencia, convirtiéndose no solo en la capital de la región, sino de todo el imperio Inca. Y a pesar de que a día de hoy destaca en el centro de la ciudad una enorme catedral y un sinfín de iglesias cristianas, así como el reconocido colegio católico de San Francisco Asís en una de sus plazas mas frecuentadas, estos elementos propios de la colonización todavía dejan entrever algunos trazos de la cultura Inca, que trató de sobrevivir a la atroz llegada de los colones. Resulta que bajo esas iglesias antes había templos, y respecto a la escuela todavía se puede apreciar como aprovecharon los muros incas como bases para sostenerlo.


De éste modo, podemos encontrar una mezcla muy interesante entre bonitas iglesias de raíces españolas y a pocos metros una deslumbrante estatua del líder del imperio Inca Pachacutec. Así que Cusco, que pareció ser un gran lago en la época pre-Inca, Hoy es una ciudad con un casco antiguo tremendamente inquietante precisamente por los detalles arquitectónicos de la colonización, pero sobretodo porque sigue preservando una base inca que no sólo impresiona, sino que despierta muchas preguntas sobre tal cultura.


¿Pero quién eran los Incas? Quién los dirigía? ¿Cómo vivían? ¿En qué creían? ¿Por qué son a día de hoy tan reconocidos? ¿Cómo se formó su gran Imperio y cómo cayó? ¿Y qué sabemos acerca de su gran identificativo "Machu Picchu"?


Los Incas: más que un Imperio

Para entender que pasa hoy, muchas veces hay que consultar al ayer y una de las primeras cosas que teníamos que hacer al pisar Cusco era empezar a tumbar todos esos interrogantes, porque caer en ésta ciudad era como encontrarse perdido dentro de una gran biblioteca interactiva, así que debíamos empezar por el principio.

Cuando hablamos de uno de los mayores imperios del mundo hablamos de un gran territorio, todos bajo una misma forma de entender el mundo, la vida y los dioses. Hablamos de claros ejemplos de desarrollo comunitario y de grandes avances en técnicas de ingeniería, arquitectura o astronomía. Hablamos de misterios aún inexplicables a día de hoy, pero hablamos también de una cultura que a pesar de su opresión, todavía hoy conserva raíces que nos sirven como pistas para tratar de resolver tal Rompecabezas enigmático.

Los Incas se hicieron en menos de cien años con los territorios desde (que hoy nombramos como) Colombia hasta Argentina pasando por Ecuador, Perú, Bolivia y Chile de norte a sur, y de la Amazonía hasta el Pacífico de Este a Oeste. Convirtiéndose así, en nada más y nada menos que en la organización política, económica, militar y cultural más extensa de todo el continente Americano.

Un imperio con ejércitos de decenas de miles de soldados, con una red de caminos de más de 20.000km enlazando ciudades refinadas y monumentales que abrazaban a una población de entre doce y treinta millones de habitantes.

Éste gran territorio era llamado Tahuantinsuyo y se dividía entre cuatro "Uyus" o regiones y su capital era Cusco, que en Quechua Qosqo significa "el ombligo del mundo".


Pero... ¿Cómo se creó éste gran Imperio?



Pachacútec: el impulso hacia el poder


Pues sorprendentemente, algunas veces, las grandes fuerzas nacen de los momentos más débiles, y ese fue el caso de éste imperio.

Resulta que a mediados del año 1400 los Incas andaban batallando con los Chancas y en uno de sus enfrentamientos históricos, Wiracocha, el líder inca del momento, decide marcharse y abandona su pueblo dejándolo indefenso y muy vulnerable. Es en ese momento cuando Pachacútec Inca Yupanqui, un joven príncipe con poca experiencia pero mucha valentía, asume el liderazgo y a pesar de encontrarse en inferioridad de condiciones, es capaz de vencer a su rival. Tal victoria marcó el inicio del desarrollo del estado Inca.

Pachacútec reinó de 1438 a 1463, convirtiéndose en el soberano de los Incas. Su nombre significa "transformar el mundo" por todo los cambios que aportó a varios niveles:

- Hace evacuar la ciudad entera de Cusco para reconstruirla según su visión del mundo y la convierte en el centro político y ceremonial del estado que se extendió en las sucesivas conquistas. En ella se encuentran construcciones militares, monumentales y agrícolas.

- Construye grandes templos, fortalezas, o casas de descanso bien visibles para infundir el poder Inca. También él es el encargado de construir una ciudad escondida por más de tres siglos llamada Machu Picchu, de la que hablaremos más adelante. Y es que se dice que a parte de dirigente, Pachacútec era un gran ingeniero y arquitecto.

Por otro lado aporta nuevas iniciativas a nivel político, económico y social:

- Reglamenta el trabajo obligatorio y aumenta el poder económico.

- Crea una importante red de caminos para sus tropas (que permiten mejorar las estrategias militares) y también para el intercambio de bienes y servicios (que a su vez mejora el desarrollo).

- Generaliza el idioma Quechua.

- Establece la condición dinástica de soberanos elegidos por Inti, el Dios del Sol. y así nace la dinastía de los hijos del Sol.

Y por si esto fuera poco, Topa Inca, el sucesor de Pachacútec, multiplicó la expansión entre 1463 y 1493. En apenas 30 años se hizo con grandes territorios llegando hasta Quito en el norte, y hasta Santiago de Chile hacia el sur. Finalmente bajo el siguiente gobierno de Huayna Cápac  En 1493 conseguirían el actual territorio Colombiano.

La caída del Imperio

Después de tal asombrosa y rápida expansión, Huayna Cápac traslada el eje de Cusco hacia Quito, donde fija su residencia casi permanente. Consecuentemente la antigua capital va perdiendo fuerza y las posibilidades de la expansión se centran en el norte para contrarrestar las empobrecidas tierras del sur.

Además la muerte de Cápac daría inicio a las intrigadas disputas por el poder que acabarían enfrentando a las dos capitales dando lugar al principio del fín del imperio Inca. El hecho de morir sin asegurar la sucesión conlleva a que dos de sus hijos Huáscar (de Cusco) y Atahualpa (de Quito) peleen por el trono. A pesar de que en un inicio compartieron tensamente el poder de Tahuantinsuyo, en 1532 Huáscar reclama la sumisión a su hermano y éste responde con un ejército de más de 50.000 hombres dirección Cusco, matando a su propio hermano y asumiendo el poder.

Pero después de debilitar al propio imperio con luchas internas, y de ser abastecidos por las enfermedades, como la viruela, que se iban expandiendo por las tierras latinas a causa de la llegada de los españoles, finalmente Atahualpa fue cautivo de Francisco Pizarro, quién lo ejecutó después de que éste pagara un tesoro por su liberación.

Y así es como cayó un imperio que en cien años alcanzó gran parte de las tierras de la Sudamérica de hoy, que aportó grandes avances en el desarrollo de su gente y que dejó huella como el imperio más grande de toda América hasta el día de hoy.

Machu Picchu: una ventana al pasado

En boca de los conquistadores españoles quedó que el último Inca fue visto cerca de la población Vilcabamba. Por ese motivo, 350 años más tarde, Hiram Bingham fue en busca de ésa ciudad perdida, pero se encontró con una gran sorpresa para él y también con un gran regalo para el mundo de la historia, la antropología, la sociología, la arquitectura la ingeniería, la agricultura... Y sobretodo para la cultura de los lugareños a quien les habían arrebatado toda identidad y conocimiento de su forma de vida en el pasado.

El 24 de Julio de 1911 Hiram topó con la mayor construcción inca jamás encontrada y conservada casi intactamente. Machu Picchu significa "montaña vieja" y detrás de éstas ruinas escondidas durante 300 años, y hoy día mundialmente conocidas, se esconden un sinfín de incógnitas que han absorbido el tiempo de numerosos investigadores  fascinados por encontrar respuestas durante años de estudio, algunas todavía sin resolver.

¿Qué fué Machu Picchu, una fortaleza militar o un templo religioso? ¿Cómo sobrevivió intacto a la colonización, lluvias y terremotos? ¿Quién mandó construir tal monstruo arquitectónico encima de dos fallas sísmicas, en la ladera de una montaña y a cinco días de la capital mas cercana y porqué? ¿Cómo  transportaban esas enormes rocas sin la "rueda" y cómo las tallaban sin herramientas de hierro?

En un inicio las preguntas se creaban en una sucesión consecutiva interminable, cómo también las teorías para darles respuesta, y más teniendo en cuenta que no había escrituras, pinturas ni esculturas que ayudara a construir esas teorías. Pero poco a poco fueron dando con esas respuestas.

Estudiando la estructura y los cuerpos encontrados de ciento setenta y siete personas pensaron que era una alternativa para el Inca donde se refugió con las vírgenes del sol. Más tarde vieron que los cuerpos no sólo eran mujeres, pero los investigadores americanos cayeron en el estereotipo del tamaño sin tener en cuenta que las medidas del cuerpo varían según la cultura. También hubo disputa sobre si las fracturas eran de guerreros o de campesinos, si eran de clase media (porque estaban enterrados y no momificados) o de clase alta (porque la mandíbula apuntaba a una alimentación de maíz...). Finalmente se llegó a la siguiente conclusión:

Machu Pichu fue creado por Pachacútec, el líder Inca con grandes perspectivas en arquitectura e ingeniería. La finalidad era contar con un lugar de retiro espiritual para él y  la parte más representativa de la ciudadanía, junto con algunos campesinos que trabajaban las tierras. Se calcula que habitaron unas trescientas personas de forma permanente y que se tardó cincuenta años en construirse.


Por otro lado, los Incas adoraban a sus dioses el Sol (Intu) y las montañas (Apus) por ese motivo la "teoría del paisaje sagrado" dice que aparte de adorar a sus dioses, también querían estar en contacto con ellos por lo que esa zona era ideal.

Y así se crearon más de 200 estructuras de roca tallada a 2.450m en la cordillera de los Andes, con media hectárea de área verde y donde el agua llega en cualquier rincón. ¿Pero por qué tan arriba, en un lugar sísmico y de abundantes lluvias torrenciales? pues porque allí había tres virtudes: por un lado, un manantial de agua para abastecer a todos sus habitantes, por otro, una importante cantera para proveer de granito las construcciones y porque gracias a su complicada ubicación, literalmente rodeado de montañas, Machu Picchu consiguió pasar desapercibido durante la conquista y así salvarse de ser destruido. Además, tal magnífica obra de construcción en un lugar tan alto, mostraba y recordaba a sus habitantes el gran poder del Imperio.

Y todavía a día de hoy se siente su poder y organización. Machu Picchu se divide en dos partes importantes, la zona rural donde sembraban sus alimentos y la zona urbana donde hacían vida y reinaban culto a sus dioses.

Agricultura

Una de las virtudes de los Incas es que eran unos grandes agricultores por su inquietud por experimentar con sus productos, pero sobretodo por las técnicas que implementaban para dar rendimiento a sus cosechas tratando de minimizar los factores negativos y optimizando los positivos.

Un gran ejemplo de ello se ve en las laderas de Machu Picchu, donde compensaron la pendiente de la montaña con varias terrazas que se van descolgando hacia abajo a modo de escalera y en cada uno de esos escalones aprovechaban para sembrar sus alimentos.

Otra finalidad de las terrazas es que cada escalón se convertía en un pequeño muro. De ese modo las piedras durante el día captaban el calor que se conservaba por la noche, protegiendo a los alimentos del frío.

Además, cada una de éstos andenes tenía su propio sistema de drenaje por capas para poder filtrar el agua y evitar la erosión: la primera capa era de mantillo, después arena, después una tercera capa de grava y piedras medianas y debajo de todo había las piedras sobrantes de granito que usaban para la construcción.

Por otro lado, éste estilo de terrazas también favorecía al drenaje del agua asegurando que las lluvias no fracturaban la montaña ni destruían las construcciones.





Arquitectura

Nada estaba hecho en vano en ese lugar. Todo tenía un sentido práctico. La arquitectura se conserva intacta por lo que resultan asombrosas tales construcciones, pero si lo visible ya nos parece increíble, debemos saber que todavía hay un 50 o 60% de esfuerzo bajo tierra, ya que tres metros por debajo hay toda una red de alcantarillado. Los incas crearon un sistema hidráulico espectacular para reunir el agua necesaria y expulsar la sobrante. Por ello se encuentran 100 conductos de la cima a la plaza central, y 16 fuentes en la ciudad que traen agua del manantial calculando el 3% para el suministro justo para 1000 personas.


















Otra de las incógnitas de sus construcciones era averiguar como cortaban las enormes piedras sabiendo que no conocían el acero, y cómo las transportaban ya que no conocían la rueda. Pues parece que aprovechaban las piedras de la cantera de la cima para desplazarlas de bajada con ayuda de troncos y del fango.

Para trabajarlas no tenían martillos de hierro pero si piedras de hematites que podían partirlas ya que su dureza es de 9 frente a 7 del granito. La técnica era golpear directamente hasta que se partían y después con mas pequeñas le daban la superficie plana, se transportaba y se colocaba con rocas y bigas de madera que hacían de "cuña". Los acabados se hacían al mismo sitio. Las paredes de los lugares más representativos se hacían uniendo rocas sin ningún tipo de material de unión, simplemente las pulían y las juntaban como macho y hembra, en forma de trapecio. Éste tipo de construcción tan compleja no sólo le daba un acabado bonito, sino que era una estrategia anti sísmica, de igual manera que construían las paredes un poco inclinadas para amortiguar los temblores. Y así fue ya que tales construcciones han aguantado intactamente durante todos estos años.


 Sus creencias, sus modus operandis

Otra de las peculiaridades de sus construcciones es la relación que tenían respecto a la "Pachamama", la madre naturaleza, su "religión". El sol, la luna, el río, las montañas y las estrellas eran elementos muy importantes para los incas y en el mundo de los animales había tres muy representativos; la serpiente significaba la fertilidad, el puma la fuerza y el mundo terrenal y el cóndor el mundo espiritual, por ello es fácil encontrar representaciones de éstos tres en sus construcciones. de hecho, ¡La ciudad de Cusco tiene forma de puma!

Ellos le pedían a la Pachamama fertilidad a la tierra, abundancia en sus cosechas, buenas condiciones climáticas... Pero a cambio sentían que debían hacerle ofrendas, a veces de importante valor. Por ejemplo las vírgenes del sol eran elegidas entre las niñas mas guapas del imperio entre los 8 y los 10 años. Éstas se instruían en técnicas textiles, formación musical y elaboración de la chicha, entre otras y a los 14 años eran entregadas al matrimonio. Las que se quedaban eran consagradas al Diós Intu (sol) y de entre ellas se seleccionaban las que serían sacrificadas. A día de hoy se siguen haciendo ofrendas con vino, hojas de coca, fetos de llama u objetos simbólicos de valor.

Su inclinación por las deidades de la naturaleza se ven muy reflejadas en Machu Picchu pues en la zona urbana hay una gran parte dedicada a la adoración de sus dioses, el Hurin, el espacio sagrado en la portada de la ciudad.

La plaza sagrada era un punto ceremonial donde se encuentra el templo principal y el templo de las tres ventanas que no era de ventilación, sino de funcionalidad religiosa. El trabajo pulido en sus grandes rocas verifica la importancia del lugar.

Templo de las Tres Ventanas

Su pasión por entender el mundo natural los convirtió en grandes astrólogos pues su observación de los astros era tal que siempre orientaban las ventanas al este para ver el sol, e incluso en la sala de los espejos colocaron en el suelo las moledoras para que cuando se llenaran de agua de lluvia se vieran reflejadas las estrellas.



El templo del Sol, su mayor deidad, es uno de los más representativos pues tiene dos ventanas con una practicidad muy importante debido a su orientación. Una permite ver el solsticio de invierno el 21 de Junio, y la otra, orientada a la puerta del sol (Intipuncu) advierte con la luz que entra del solsticio de verano el 21 de Diciembre. la roca central permitía seguir la trayectoria solar y donde se hacían importantes ceremonias religiosas.

Templo del Sol







Mausoleo Real













Además, bajo la cueva se encuentra una pequeña cueva llamada el "Mausoleo Real" o "Tumba del Inca". Era el lugar de culto de los muertos pertenecientes a la nobleza, que eran momificados de cuclillas y exhibido en fiestas ya que los concebían como espíritus protectores.

Otro ejemplo de su sincronía entre su estilo de arquitectura y la la naturaleza se ve referenciado en el Intihuatana que significa "dónde se amarra el sol". Es el área de mayor importancia, punto mas alto de la zona urbana y situado en el centro de todo el complejo. Éste pilar sagrado hace referencia a los cuatro puntos cardinales y están alineado con los cuatro nevados más altos de la región.
Intihuatana
Por último, el templo del Cóndor era un centro ceremonial que mezcla una vez más la roca natural y la roca tallada, ésta vez para realizar la silueta de éste animal que según decían "llevaba las almas de la tierra hasta el infinito". detrás se encontraron nichos y una red subterránea de calabozos. Por ello hay una teoría que dice que los prisioneros eran sacrificados para que el cóndor se los llevara. 

Templo del Cóndor
Es asombrosa la fundamentación que hay detrás de cada trabajo, y la perfección de tales construcciones sabiendo de la limitación de herramientas y ausencia de maquinaria. Todavía lo es más el que sea en un lugar rodeado de grandes montañas selváticas y enfrente del Huayna Picchu, también con sus propias terrazas. Pero lo que realmente deja sin aliento es saber que fue construida al siglo XV y que hoy al XXI podamos pasear por allí con una estructura casi intacta, habiendo soportado lluvias, terremotos y una colonización nada fácil de esquivar.


Realmente es fascinante caminar por Machu Picchu viendo tales construcciones y a la vez conocer todos estas explicaciones que han tardado tanto en salir a la luz después de tantos años sin respuestas. Es como tener en tus manos la oportunidad de viajar en el tiempo y luego imaginar todo ese lugar hace seis siglos, pero lleno de vida: Las habitaciones con sus techos de paja y las terrazas llenas de cultivos, las llamas pastando y un ambiente natural lleno de gente en su día a día, unos puliendo piedras, otros transportándolas, las mujeres moliendo el maíz y alguien orando en los templos. Un pequeño grupo trayendo por el camino del Inca a Pachacutec en el trono, cargado a sus hombros...

En el mundo hay muchas maravillas, a veces subjetivas dependiendo de lo que a cada uno le interesa o le agrada, nosotros tenemos la suerte de haber visto muchas maravillas en diferentes lugares del mundo, y aunque no hemos visto todas las consideradas "mejores",  podemos reafirmar que Machu Picchu seguro es una de esas siete de la lista porque cuando algo sobresale en tantas áreas (belleza, cultura, arquitectura, naturaleza, ingeniería, historia...) y con tanto misterio en sus espaldas, la palabra maravilla puede hasta quedarse corta.

miércoles, 25 de julio de 2018

CAÑÓN DEL COLCA: conociendo una de las aves más grandes del mundo


La aventura en el Colca empezó bien temprano, concretamente a las 5:30 de la mañana cuando el autobus nos dejó a la deriva de la oscuridad, el viento fuerte y lo peor...el frío.

No nos creíamos la situación, allí tiradísimos, muertos de frío en un lugar del que nos habían hablado pero que desconocíamos por completo, a oscuras y sabiendo que lo único que podíamos hacer era esperar a que saliese el sol al cabo de 45 minutos y empezara a calentarnos

En estas situaciones es cuando un@ se pregunta...¿Qué hago yo aquí? y la primera respuesta que nos vino a la cabeza fue...SOBREVIVIR!!  Por fortuna, con nosotros bajaron tres mujeres conocedoras del lugar y de aquel clima que muy humildemente al vernos tan "tirados" nos prestaron unos ponchos. Y que milagrosos ponchos!!! Con ellos y el cobijo en el que nos resguardamos, nos hicimos una pequeña cabañita en la que pasamos unos 45 minutos que parecieron horas...

Pero bueno, todo sea por ver a unos pájaros...jajaja la verdad es que dicho así suena muy absurdo, pero la situación nos lo hacía ver de esta manera!!! Cabe decir que a pesar de sufrir nos reímos de dicha situación tan cómica y de "pringados". Aunque no siempre se tiene la oportunidad de ver a los Cóndor con los primeros rayos de luz, y solos! Así que vamos a sacarle lo positivo de haber madrugado, ahorrado un dinero y pasar por esa situación.

Allí estaban, a primera hora de la mañana calentando sus largas alas mientras planeaban de un lado a otro sin casi moverlas, solo para agarrar un pequeño impulso que les permitiese entrar en la corriente térmica de aire. El Cóndor, considerada el ave más grande del planeta y para los incas, la máxima representación del mundo espiritual, se distingue por su bello plumaje negro y un "anillo" de plumas blancas que rodea su cuello. Puede llegar a pesar entre 8 y 11 kg. y medir 3,2 metros de envergadura. Con sus largas alas es capaz de planear hasta 5 kilómetros y para aterrizar baja y extiende sus patas que actúan como frenos. Después de estar contemplándolo casi una hora entendimos el por qué de su majestuosidad, fuerza y elegancia. Era como si dominase a la montaña, como si reinase en aquel cañón.



Pero el Cóndor no fue el único motivo que nos trajo allí. Recorrer el cañón donde vivía y conocer los distintos pueblos que se escondían en él también lo eran. Así que, una vez saciados de tal elegancia aérea, nos dispusimos a emprender el trekking de tres días por los grandes valles del Colca.


Cabanaconde
El primer destino fue el pueblo de Tapay, una ruta de 13 kilómetros desde Cabanaconde, lugar del que partimos y referencia para la mayoría de pueblos que viven en lo más profundo de la montaña. En el inicio del trayecto ya pudimos contemplar la fisiología del cañón. Grandes paisajes que van de los 2000 m. a 5000 m. se reflejaban en nuestros ojos junto a los pronunciados acantilados que desembocaban en lo más hondo de la montaña hasta toparse con el río Colca. Y a los lejos, al otro lado del cañón, podíamos ver aquellos pueblos que daban vida al valle.


Y la pregunta que nos venía en mente al verlos era, ¿de qué vivirá esta gente?, ¿qué es lo que motiva a alguien vivir tan alejado de todo? El panorama que teníamos era un conjunto de pueblos unidos por larguísimas carreteras de tierra y piedra de muy difícil acceso y la percepción de una tierra bien árida sin ganado ni conreo. Así que, para responder estas preguntas solo debíamos de continuar avanzando hasta llegar a los primeros pueblos y conocer acerca de la vida de la comunidad del Cañón del Colca.



El primer trayecto fue duro por el calor y el polvo que se levantaba por la tierra seca al pisarla. Primero, tuvimos que bajar aproximadamente unos 1000 m. de desnivel rocoso para luego poder cruzar el río y enderezarnos camino hacia Tapay, ubicado en la otra cara del cañón a 3000 m. Una subida que exprimió nuestras últimas fuerzas.

Tapay
El trayecto nos permitió conocer el primer pueblo, San Juan de Chuccho. Un conjunto de pocas casas en el que pudimos empezar a responder nuestras dudas iniciales. Por un lado, empezamos a ver expresada la fertilidad de la tierra en numerosos frutales y conreos y por otro, olimos los primeros aires de calma y tranquilidad que alejan a cualquier tipo de estrés. Pasado el pueblo de San Juan, a pocos pero duros quilómetros de subida, encontramos nuestro primer destino, Tapay. En este pueblo de pocos habitantes decidimos parar para recuperar las energías y poder emprender con fuerza el día siguiente. Y sin duda, con aquella cena de sopa caliente repleta de tubérculos, verdura y cereales, junto a un buen filete de carne con papas conseguimos un buen chute de calorías. Pero la comida no solo fue un buen regalo de bienvenida, sino la tranquilidad que se percibía en aquel lugar, el silencio, la parsimonia y la buena energía que nos acompañó durante la cena también nos invitó a continuar descubriendo más pueblitos y empaparnos de este buen ambiente.

Para ello nos fuimos a Fure, un pueblo ubicado a 13 quilómetros y que nos permitió ver otra perspectiva del cañón. En lo más profundo se encontraba aquella villa cuyos únicos habitantes eran Imer, su mujer y su hijo. Ellos, a diferencia del resto, decidieron permanecer allí y emprender el proyecto de hospedaje para recibir a foráneos interesados en conocer la zona. Sin duda, un regalo para nosotros, ya que aquella paz y calma que vivimos en Tapay aún era más presente en aquel ambiente.


Fure

Esta familia fue un claro ejemplo de cómo la ilusión es capaz de superar cualquier esfuerzo y riesgo que implique una decisión. Haciendo frente a la tentativa comodidad que ofrece la ciudad, rechazaron la oferta colectiva de construir un pueblo más cerca de la civilización, y continuar superando los desniveles de 60 grados y las 3 horas de camino rocoso hasta el pueblo más cercano desde donde consiguen la comida y los materiales necesarios para vivir en aquel lugar. Con sus mulas y sus fuertes espaldas continúan superando estas dificultades y manteniendo vivo aquel lugar tan solitariamente bello.

Pero Fure no fue lo único que nos atrajo hasta allí. A dos horas más de senderose encontraba la catarata Huaruro, un buen regalo para emprender al alba siguiente la última etapa de la ruta. Así que, bien desayunados y conscientes de lo que nos esperaba, empezamos los primeros pasos hacia la parte más alta de la ruta para contemplar aquella fuerza en la que brotaba una de las muchas afluentes que recibía el río Colca. Con aquella bonita fotografía grabada en nuestros ojos comenzamos los primeros pasos hacia nuestro último destino, el Oasis de Sangalle.



Allí nos esperaba el premio después de seis horas de sol abrasador, un baño en lo más hondo del cañón, rodeados de las inmensas montañas que lo formaban y escuchando el agradable sonido del agua cuando fluye y choca contra las rocas que se va encontrando por su camino. Parecía surrealista encontrar aquel paraje en aquella zona, pero el humano ha sido capaz de aprovechar el agua del río para crear estas piscinas de agua natural que sin duda, se agradecen cuando llevas a las espaldas muchos quilómetros acompañados de sol intenso. Así que, cuando llegamos, lo primero que hicimos es hacer honor al nombre del pueblo y disfrutar de aquel oasis mientras recordábamos lo vivido durante estos días.



Oasis de Sangalle


Ya solo nos quedaba recuperar las últimas fuerzas para afrontar a la madrugada siguiente el desnivel de 70 grados y 1 quilometro de largo que nos acompañaría hasta la cima, lugar donde se encontraba Cabanaconde. Pero después de todo lo recorrido y vivido durante estos días, este fuerte tramo de 2 horas supo aún más a placer y satisfacción.

viernes, 20 de julio de 2018

ICA: entre dunas y pingüinos



Después de la exitosa pero fatigada semana montañosa en Huaraz, volvemos a las cotas bajas para continuar nuestro rumbo siguiendo la Panamericana hacia el Sur. Las grandes distancia de Perú te retan, aparte de viajar de noche, a realizar paradas para dar un poco de tregua al cuerpo, estresado entre el agobio de las largas horas de autobús y los cambios de altitud constantes.

Ica era una buena parada, aunque no precisamente por el encanto de la ciudad llena de mas de 20.000 taximotos pitando todo el tiempo, sino por dos atractivos muy cercanos que nos tentaba conocer.

HUACACHINA: el Oasis de América

Aunque los desiertos se tienden a ubicar más fácilmente en países Africanos, Perú también tiene uno, y para nada pasa desapercibido. Es el momento de confesar que no teníamos ni la mas remota idea de ello, pero desde Piura, en la costa del norte, hasta Ica, costa sur, TODO lo que hemos visto por la ventanilla del autobús es puro desierto, convirtiéndose en el segundo más grande del mundo: dunas, arena, piedra y tierra árida, pueblos de lo más secos y aire molesto, aunque lo que molesta mas realmente es la cantidad de desechos plásticos botados amontonándose día a día como si esa tierra fuera a tragárselos. Pero de éste tema hablaremos en otro momento. Volviendo al tema, lo que queríamos decir es que toda la costa Peruana es desértica, pero a las afueras de Ica no sólo se pueden ver grandes dunas, ¡sino que también hay un Oasis, y el único de América! 



Aunque parezca de película o creado artificialmente, en medio de toda esas montañas de arena dorada se encuentra una laguna repleta de vegetación como eucaliptos, palmeras, y otras que brotan desde la misma agua. Y también diversidad de aves que paran a refrescarse y refugiarse del calor, lo que convierte el lugar en un paraje muy especial.



Es lo que pasa cuando se da un afloramiento de corrientes subterráneas en un sitio tan peculiar como éste. Y según dicen, el agua además tiene propiedades curativas, aunque por eso ya no pondríamos la mano en el fuego. 

La verdad es que el Oasis de Huacachina nos pareció muy curioso, aunque también es cierto que se ha "pervertido" su magia con las construcciones de alrededor, y con el ruido constante de los boogies correteando por las dunas, aunque por otro lado, de no ser tan turístico tampoco habríamos sabido del  lugar, así que para pasar un día ya fue un buen plan.




ISLAS BALLESTAS: el biotesoro de Paracas



El segundo lugar que nos llamó mucho la atención fue Paracas. Un pueblo pesquero, de pocos habitantes y literalmente en total reconstrucción arquitectónica. Un lugar para pasear, comer buen pescado y ver el atardecer mientras las aves se apoderan de las naves marítimas, ya vacías de pescadores.

Aunque lo mejor de Paracas no está en la costa, sino a pocos Kilómetros mar adentro, donde se encuentran las Islas Ballestas. Se trata de una reserva Natural Protegida a la que puedes acercarte con lancha para observar a unos pocos metros su gran biodiversidad. 

Perú es el segundo país, después de China, con mayor cantidad de pescado y eso junto a tener un mezcla de corrientes de aguas muy frías y otras mas calientes, y con unos niveles de plancton y salinidad bastante altos, hacen que sea el punto de encuentro de varios animales.


Mayormente las islas se convierten en el nido de una gran variedad de aves aunque las mas abundantes son tres:

El Piquero común (Sula variegata) de cabeza blanca y cuello largo, sus patas y pico son gris claro y en sus alas parecen estampadas cenefas de color marrón. Es la segunda ave más abundante a lo largo de la costa peruana. ¡De hecho, su presencia es tan elevada en las islas que hasta hace que sea difícil distinguir de que color son las rocas que hay debajo!










El gaviotin zarcillo un poco más pequeño y no tan abundante, peculiar por su color gris perlado. Las patas y el pico también van a conjunto, esta vez de color rojo chillón. Y unas líneas blancas y amarillas destacan adornando su rostro.

Pero el más espectacular es el que menos se deja ver, porque se esconde en las cuevas de las islas, donde vive, aunque en ocasiones se deja ver cuando se para al sol a secar sus alitas. Hablamos del pingüino Humboldt que mide entre 65 y 72cm y que habita en las islas por sus corrientes frías. Como luciendo un traje de smoking, tiene la panza blanca así como su cuello que destacan ante sus alas y cabeza negra. Su cuerpo estirado hacia arriba les da un toque gracioso como si de personitas se tratara, pues sus alas les sirven únicamente para nadar.


En el tiempo entre ola y ola también se pueden apreciar cantidad de cangrejos, erizos y estrellas de mar pegadas a las rocas.

Y si esto fuera poco, también tuvimos la oportunidad de ver otro animal muy costoso de ver en nuestra tierra pero que Perú sí nos ofrecía. En realidad fue el objetivo principal de las Ballestas junto a la posibilidad de ver pingüinos. Se trata de los Lobos Marinos, así les llaman en Paracas a lo que para nosotros vulgarmente son focas!


Y sí, no solo se dejaron ver, sino que posaron ante nosotros como si estuvieran coqueteando, extendiendo su cola de lado como una sirena y mirando hacia arriba con el ocico hacia el cielo. También nadando alrededor de las islas y algunos machos en la playa de la Maternidad. Qué pena no estar en Febrero donde podríamos ver la playa llena de crías amamantándose, esperando el momento para aprender a nadar poco a poco con la ayuda de sus mamás y acompañarles en la pesca.


Una vez rodeamos las islas y ubicados ya para el regreso, cientos de aves acompañaron nuestro camino a lo lejos, sobre volando el Pacífico y regalándonos esa imagen de despedida.