viernes, 20 de julio de 2018

ICA: entre dunas y pingüinos



Después de la exitosa pero fatigada semana montañosa en Huaraz, volvemos a las cotas bajas para continuar nuestro rumbo siguiendo la Panamericana hacia el Sur. Las grandes distancia de Perú te retan, aparte de viajar de noche, a realizar paradas para dar un poco de tregua al cuerpo, estresado entre el agobio de las largas horas de autobús y los cambios de altitud constantes.

Ica era una buena parada, aunque no precisamente por el encanto de la ciudad llena de mas de 20.000 taximotos pitando todo el tiempo, sino por dos atractivos muy cercanos que nos tentaba conocer.

HUACACHINA: el Oasis de América

Aunque los desiertos se tienden a ubicar más fácilmente en países Africanos, Perú también tiene uno, y para nada pasa desapercibido. Es el momento de confesar que no teníamos ni la mas remota idea de ello, pero desde Piura, en la costa del norte, hasta Ica, costa sur, TODO lo que hemos visto por la ventanilla del autobús es puro desierto, convirtiéndose en el segundo más grande del mundo: dunas, arena, piedra y tierra árida, pueblos de lo más secos y aire molesto, aunque lo que molesta mas realmente es la cantidad de desechos plásticos botados amontonándose día a día como si esa tierra fuera a tragárselos. Pero de éste tema hablaremos en otro momento. Volviendo al tema, lo que queríamos decir es que toda la costa Peruana es desértica, pero a las afueras de Ica no sólo se pueden ver grandes dunas, ¡sino que también hay un Oasis, y el único de América! 



Aunque parezca de película o creado artificialmente, en medio de toda esas montañas de arena dorada se encuentra una laguna repleta de vegetación como eucaliptos, palmeras, y otras que brotan desde la misma agua. Y también diversidad de aves que paran a refrescarse y refugiarse del calor, lo que convierte el lugar en un paraje muy especial.



Es lo que pasa cuando se da un afloramiento de corrientes subterráneas en un sitio tan peculiar como éste. Y según dicen, el agua además tiene propiedades curativas, aunque por eso ya no pondríamos la mano en el fuego. 

La verdad es que el Oasis de Huacachina nos pareció muy curioso, aunque también es cierto que se ha "pervertido" su magia con las construcciones de alrededor, y con el ruido constante de los boogies correteando por las dunas, aunque por otro lado, de no ser tan turístico tampoco habríamos sabido del  lugar, así que para pasar un día ya fue un buen plan.




ISLAS BALLESTAS: el biotesoro de Paracas



El segundo lugar que nos llamó mucho la atención fue Paracas. Un pueblo pesquero, de pocos habitantes y literalmente en total reconstrucción arquitectónica. Un lugar para pasear, comer buen pescado y ver el atardecer mientras las aves se apoderan de las naves marítimas, ya vacías de pescadores.

Aunque lo mejor de Paracas no está en la costa, sino a pocos Kilómetros mar adentro, donde se encuentran las Islas Ballestas. Se trata de una reserva Natural Protegida a la que puedes acercarte con lancha para observar a unos pocos metros su gran biodiversidad. 

Perú es el segundo país, después de China, con mayor cantidad de pescado y eso junto a tener un mezcla de corrientes de aguas muy frías y otras mas calientes, y con unos niveles de plancton y salinidad bastante altos, hacen que sea el punto de encuentro de varios animales.


Mayormente las islas se convierten en el nido de una gran variedad de aves aunque las mas abundantes son tres:

El Piquero común (Sula variegata) de cabeza blanca y cuello largo, sus patas y pico son gris claro y en sus alas parecen estampadas cenefas de color marrón. Es la segunda ave más abundante a lo largo de la costa peruana. ¡De hecho, su presencia es tan elevada en las islas que hasta hace que sea difícil distinguir de que color son las rocas que hay debajo!










El gaviotin zarcillo un poco más pequeño y no tan abundante, peculiar por su color gris perlado. Las patas y el pico también van a conjunto, esta vez de color rojo chillón. Y unas líneas blancas y amarillas destacan adornando su rostro.

Pero el más espectacular es el que menos se deja ver, porque se esconde en las cuevas de las islas, donde vive, aunque en ocasiones se deja ver cuando se para al sol a secar sus alitas. Hablamos del pingüino Humboldt que mide entre 65 y 72cm y que habita en las islas por sus corrientes frías. Como luciendo un traje de smoking, tiene la panza blanca así como su cuello que destacan ante sus alas y cabeza negra. Su cuerpo estirado hacia arriba les da un toque gracioso como si de personitas se tratara, pues sus alas les sirven únicamente para nadar.


En el tiempo entre ola y ola también se pueden apreciar cantidad de cangrejos, erizos y estrellas de mar pegadas a las rocas.

Y si esto fuera poco, también tuvimos la oportunidad de ver otro animal muy costoso de ver en nuestra tierra pero que Perú sí nos ofrecía. En realidad fue el objetivo principal de las Ballestas junto a la posibilidad de ver pingüinos. Se trata de los Lobos Marinos, así les llaman en Paracas a lo que para nosotros vulgarmente son focas!


Y sí, no solo se dejaron ver, sino que posaron ante nosotros como si estuvieran coqueteando, extendiendo su cola de lado como una sirena y mirando hacia arriba con el ocico hacia el cielo. También nadando alrededor de las islas y algunos machos en la playa de la Maternidad. Qué pena no estar en Febrero donde podríamos ver la playa llena de crías amamantándose, esperando el momento para aprender a nadar poco a poco con la ayuda de sus mamás y acompañarles en la pesca.


Una vez rodeamos las islas y ubicados ya para el regreso, cientos de aves acompañaron nuestro camino a lo lejos, sobre volando el Pacífico y regalándonos esa imagen de despedida.



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