viernes, 23 de noviembre de 2018

MALAYSIA y SINGAPUR: centros de diversidad




Malasia es la expresión de un país marcado por su situación demográfica, un hecho que, en su día, tentó a las fuerzas coloniales y de su alrededor a obtener un pedazo de su territorio. Lo positivo de toda esta historia de juego de tronos es que, hoy en día, Malasia dispone de una riqueza y diversidad muy particular que te enamora.


Por el oeste la India hindú, el medio oriente islámico y la Europa cristiana, mientras que China y Japón por el noreste fueron importantes influencias que llegaron de la mano de las rutas comerciales que atravesaban la región. Por otro lado, la historia malaya se encuentra también entrelazada con la de sus vecinos,  Indonesia,  Singapur,  Filipinas,  Brunéi y y Tailandia. Todas estas influencias son las que nos pudimos encontrar a lo largo de estos 17 días durante el país.


Nuestros primeros pasos fueron en su gran capital Kuala Lumpur, concretamente en la zona del barrio chino, lugar donde nos hospedamos y pudimos empezar a sentir la esencia china en todo su esplendor. Caminamos por sus calles llenas de clásicos fanales rojizos, quioscos de todo tipo que te ofrecían hasta el oso de Mr Bean y continuos lugares de comida en los que era inevitable clavar la mirada intentando imaginar qué sabor podía tener aquella imagen publicitaria. Realmente, anadar por sus calles es sinónimo de sobre estímulo, nuestros ojos salían de su órbita yendo de un lado a otro captando los mil colores que había a su alrededor y los millones de objectos que iban acompañados de las voces de sus dueños, quienes continuamente intentaban ofrecertelo...¡Heeyy!¡¡¿¿Hellooo??!! ¡¡¿¿How are you??!! ¡¡Heeeyy... Come, come!! ¡¡Good price!! Era una locura muy auténtica!


Pero esa "locura" no solo la sentimos en el barrio chino, sino que en la zona más "desarrollada" de la ciudad nos topamos con las grandes representaciones arquitectónicas del país. Aquellas que expresaban el poderío humano, el afán competitivo del "a ver quién la tiene mas grande", el capitalismo puro. Nos perdimos por aquella modernidad agridulce de sentimientos contradictorios entre el ¿es necesario todo esto? y el !!qué pasada!! andábamos por sus calles debatiendo acerca de lo que sentíamos al contemplar todo aquello.




Pero sin duda, el gran detonador de emociones contradictorias fueron las Petronas, dos enormes edificios idénticos, con los cimientos más hondos del mundo para soportar sus 88 plantas, que coronan el cielo malayo alcanzando los 452 metros de altura. Una clara representación de la capacidad del ser humano para construir algo tan abismal como aquello, una muestra más del éxito de las mezclas, combinando una arquitectura moderna con los elementos árabes. Y sobretodo un ejemplo de lo que puede lograr el trabajo en equipo, pues en su construcción se coordinaban hasta 2000 personas al día en distintos turnos con el objetivo de construir una planta cada cuatro días. El resultado: ésta espectacular obra arquitectónica que se ha convertido en el icono de la capital y del país.



Para desconectar de todos estos va y vienes morales que grandes capitales como Kuala es capaz de generar, nos fuimos a Cameron Highlands. Un cambio absoluto de contexto y, en consecuencia, de energías. Allí reinaba la calma, siendo ella la dueña del lugar, la quisimos sentir durante una larga travesía empezando con plantaciones florales, bosques de helechos y plantas carnívoras, huertos ordenadamente desplegados por las laderas huertos y terminando en los esperados campos de té. Ese arbusto que en su conjunto forma un laberinto de lo más hermoso representa la identidad de la cultura de malasia. Esta hoja acompaña a todas la comidas, ya sea en frío, caliente, con leche, limón, azúcar o sin él, el té forma parte de su vida y fue muy interesante ver cómo lo cuidan y lo miman para llegar a sazonar el agua que toman cada día.



















 




















 















Al disponer de poco tiempo en el país decidimos hacer un salto rápido hacia el norte, concretamente a la isla de Penang. Gorge Town, su capital, era la cuna de una gran diversidad cultural acompañada de arte callejero. En Kuala Lumphur ya sentimos la mezcla cultural, pero en esta ciudad encontramos un entramado de identidades de lo más bello. En una misma calle pudimos sentir la esencia católica, china, hindú y musulmana. Avanzabas unos pasos y los rasgos cambiaban, el color de la piel era más oscura o más blanca, los ojos más grandes, oscuros y redondos o más bien pequeños y almendrados, los cuerpos más finos y delgados o más rudos y corpulentos. Era como atravesar puertas del tiempo que te trasladaban de un país a otro en cuestión de minutos. Aquello que estábamos contemplando era la clara expresión de una buena convivencia entre distintas identidades culturales y en consecuencia, de religiones.


arte en las calles de Georgetown
tienda de ofrendas chinas
tienda complementos en "Little India"
mezquita "Kapitan Keling"
templo budista "Kek Lok Si"
En realidad, vimos representado en buen entendimiento entre algo que siempre ha tendido a detonar conflictos. Era de lo más reconfortante observar como en una misma calle existía una iglesia, una mezquita, un templo hindú y un templo chino. Aquel lugar era la clara expresión de que personas con distintas maneras de pensar pueden llegar a convivir sin conflictos. Ojala algún día, aquello que vimos pueda llegarse a reproducirse en todo el mundo, que la religión, como en George Town, no sea un obstáculo para que las diferencias puedan mezclarse con absoluto respeto.


Lo bonito de llegar a poder convivir con otras culturas, además, es que puedes  disponer de una gran riqueza expresada en forma de técnicas de construcción, música, baile, tejidos, pintura y sin duda...¡¡¡de cocina!!! Como enfermos de la comida que somos, ¡¡¡aquello era el edén de los sabores!!! ¡¡A nuestro alcance teníamos una oferta gastronómica ESPECTACULAR!! Al escribir sobre esto es inevitable repasar aquella exquisitez que en cada comida pasaba por nuestra boca activando el botón del placer. ¡¡Era demasiado!!! Nos reímos solo con recordarlo, pero cada comida era como una fiesta! Venía el momento de comer, nos mirabamos con una sonrisa en la boca y deciamos...ok, ¿¿hoy que toca?? ¿¿Hindú?? ¿¿Chino?? ¿¿Árabe?? ¿¿Maley?? Realmente, somos conscientes de nuestra sobre excitación con la comida, pero aquello fue algo fuera de lo común dentro de nuestro viaje, en cuestión de pocos metros encontrabas todo tipo de comida, con sabor, color y lo mejor...¡¡a buen precio y de calidad!!

Finalmente, después de recorrer un poco más la zona, nos fuimos a la isla de Langkawi. El objetivo era solo pasar un par de días, pero el hecho de encontrarnos en medio de la época de lluvias nos invitó a quedarnos cinco días. El tiempo suficiente como para conocer casi a la perfección esos rincones mágicos que caracterizan dicho lugar. Desde cascadas en medio de grandes selvas, cimas a 4280 escalones, isletas repletas de naturaleza, playas de arena blanca y naranja, animales realmente exóticos, y todo ello reunido en un mismo lugar. Fueron unos días intensos pero relajados a la vez, donde continuamos descubriendo los nuevos regalos que esconde nuestra querida pachamama. 
















Pero si algo recordaremos de Langkawi,  también será el aniversario de Marta. Una vez más, a la distancia, intentamos hacer que el día fuese especial. Por sencillas que fueran las cosas que hicimos, recordaremos con gran nostalgia estos momentos de "Carcassone" en la playa acompañados de un vinito y música de fondo, una cena de lo más divertida a base de mil sabores distintos y un romántico paseo por la playa contemplando la noche a nuestro alrededor.





Antes de dejar este país tan diverso queríamos bajar hasta la gran vecina de Malaysia, Singapur. Una de las las islas más sobre pobladas y modernas del mundo, que expresa la supremacía a la  que puede llegar el ser humano. Si Kuala nos pareció "desarrollada", Singapur lo sobrepasa a gran escala. Tan solo la conocimos durante un día y medio, pero quemamos la suela de nuestras apuradas "deportivas" para llegar a sentir la esencia de todo "a lo grande". En ella puedes encontrar, al igual que Kuala, esta riqueza cultural representada por indios, musulmanes y chinos. La diferencia que es el contexto físico en el que viven esta en otro nivel. El barrio llamado "little india" desprende un colorido nada equiparable, con sus casas, comercios, luces, templos, decoraciones, murales y restaurantes te trasladan en un contexto de lo más auténtico. Lo mismo podríamos decir del barrio chino y del árabe, cuidando al más mínimo detalle la imagen de su identidad expresada en un barrio.































Lo curioso de Singapur, almenos respecto lo que llegamos a conocer, es este contraste de pequeñas casas, de no más de tres plantas, donde la economía se basa en la venta de comida, ropa, joyas, u objetos de todo tipo, respecto los grandes rascacielos que hay a su alrededor y que mueven los hilos de todos nosotros hacia destinos que desconocemos. Primero conocimos esta parte que más nos gusta, la que representa la autenticidad de una cultura, la gente que abre las puertas de sus negocios para que mires, observes y toques sus curiosidades, la gente que te abre el restaurante de par en par para que huelas sus habilidades. Luego nos fuimos al gran monstruo adorado de la ciudad, la zona más "moderna" donde habitan los grandes depredadores de la economía. Escondidos dentro de una caja de cristal, desde donde tu no los ves pero ellos a ti sí, dominan a todo el mundo y desprenden este poderío a través de sus grandes rascacielos. Unas construcciones rodeadas por mil y un detalles que te hacen ver lo que es Singapur, una ciudad tecnológicamente moderna, ordenada, limpia, llena de cosas personalmente innecesarias pero que a simple vista, sin reflexionar más allá de lo que significan, puedes pensar "que pasada".















miércoles, 7 de noviembre de 2018

TERIMA KASIH INDONESIA


Todavía con el gusto del éxtasis en la boca que nos dejó Filipinas, llegamos con gran euforia a nuestro siguiente destino. Y a pesar de que Filipinas había sido un diez en todos los sentidos, no perdíamos la esperanza de que Indonesia pudiera sorprendernos con nuevos paisajes, distintos aromas y cambiantes formas de vida. Al menos teníamos los oídos rotos de mensajes de cercanos nuestros que caramelizaban el nombre del país como uno de los mejores lugares del mundo.

Sabíamos que no eran palabras vacías cuando Bali, una de las 17.000 islas de Indonesia, es uno de los destinos "top10" del mundo. Quizás tal popularidad es lo que nos horrorizaba y de algún modo convertía nuestra expectativa en una esperanza muy precavida al imaginar un paraíso natural tan repleto de gente, como cuando se esparce una mancha de petróleo encima del agua más cristalina.

Pero en realidad la euforia no tenía tanto que ver con el destino como con lo que nos íbamos a encontrar en él, pues teníamos organizado un encuentro familiar para compartir dos semanas en algunas de éstas islas tan culturalmente ricas y heterogéneas.

Ya habían pasado diez meses de esa despedida en el aeropuerto de San José después de compartir unas increíbles navidades en Costa Rica. Ahora nos encontrábamos en el otro lado del mundo para revivir ese abrazo de reencuentro, donde en un segundo quedarían saldadas las cuentas de la distancia física que nos había separado desde entonces, de la nostalgia alimentada de momentos pasados que quedaban cada vez mas lejanos, y de todos esos besos y abrazos perdidos, tan pendientes como esperados.

Fueron dos días de nervios y preparativos antes de la llegada de las "Carmes". Queríamos ofrecerles dos semanas inolvidables donde pudieran llevarse la mejor degustación de todo lo que ofrece este país archipiélago, pero a su vez, guardando el equilibrio entre el afán de recorrerlo y descubrir sus rincones más insólitos, frente al placer de poder disfrutarlos tranquilamente.



Cultura
Todo un tetris cuadrar cada pieza en su lugar para que todas ellas tuvieran cabida, dando un multicolor a la pantalla de todos los lugares, experiencias, comidas y transportes vividos durante el viaje.

La partida empezó conociendo el sur de la isla de Bali, la isla que más tiempo nos ha robado por la variedad de "quehaceres" que ofrece. Allí pudimos degustar los primeros platos típicos, descubrir los rituales de ofrendas presentes todas las mañanas, aprender a conducir en moto, sin señalizaciones, por la izquierda y sin perder la esperanza de sobrevivir a ello. Darnos los primeros chapuzones en el mar cuando la marea lo permitía, o terminando el día en la piscina con el aquagym que nos introdujo Carmeta, pero sobretodo fue el punto de partida para ponernos al día y situarnos en ese nuevo lugar tan perspicaz Que nos dejaba sorprendidas por como podía quedar ordenado el caos de tantas contradicciones que convivían de forma sorprendentemente armónica.



 





El ruido y ajetreo en todas sus carreteras laberínticas versus la calma y el espiritualismo de los templos, las tímidas sonrisas de las más jovencitas, versus la intromisión y el agobio de las vendedoras en los mercados. Construcciones arquitectónicas y esculturas de piedra volcánica negra versus casas de bambú o mezquitas al estilo más árabe. Las ofrendas de flores y el incienso humeante hinduísta en cada rincón versus los cantos musulmanes que recordaban el rezo de día y de noche... Y lo mejor era ver cómo todas éstas polaridades pueden convivir tan naturalmente en un espacio relativamente tan pequeño. y quizás es precisamente esto lo que hace de Bali un lugar tan especial.


Teología
Indonesia es un país que ofrece grandes contrastes culturales en gran parte por la variedad de religiones que se practican en el mismo país. A pesar de que la gran mayoría de sus habitantes practica la religión musulmana, Se permite practicar cualquiera de las cinco oficiales aceptadas constitucionalmente: el Catolicismo, el Protestanismo, el Budismo, el Hinduismo y por supuesto el Islam.



Ésta última es la que cobra más protagonismo en el país pues el ochenta y ocho por ciento de los indonesios son musulmanes, por lo que representa a la parte restante, hay un gran número de cristianos, sobretodo protestantes y una menor parte de budistas e hinduistas, aunque sí una fuerte influencia cultural de éstos últimos, concentrada mayormente en Bali.

Si bien es cierto que normalmente las inclinaciones teológicas se distribuyen por zonas, ya sean islas o partes de ellas, en Bali también ocurre, pero tal vez no tan marcado, y eso, junto con el echo recibir turismo de todo el mundo, le da la etiqueta  y prestigio de considerarse un lugar tan cosmopolita.

El hecho de que nuestro país quede tan cercano de la zona árabe del norte de África, hace que de algún modo conozcamos un poco acerca de su religión y convivamos con ella de una forma casi natural, habiendo ya a día de hoy bastantes musulmanes entre nuestros conocidos y amigos. Pero lo impactante ha sido ver a gente de otro continente, culturalmente muy distinto como es Ásia, ¡con unas tradiciones tan parecidas a la de nuestros vecinos del continente del sur! Al fin y al cabo la religión hace la cultura y viceversa, y quizás muchas veces pueden ser mas parecidas dos personas de la misma religión que del mismo continente. Si más no, todo lo que emerge detrás de las mil y una culturas con las que se puede identificar el ser humano, es fascinante y al menos digno de analizar!


Pero lo que no nos resultaba nada familiar era todo lo que rodea al mundo del hinduismo! Si bien no sabemos mucho acerca de en qué se sustenta y de cómo esto afecta a la libertad de las personas, o a la perpetuación de la sumisión de la mujer como en otras religiones que sí conocemos, al menos podemos decir que sin entender fundamento ni idioma, verlos orar en sus encantadores templos, nos transmitía una muy buena energía que nos hipnotizaba mientras observábamos sus  rituales.



Templos

En el Luhur Batukau pudimos conocer de cerca toda esa esencia en vivo y en directo. De camino hasta este mágico templo situado en el norte de la isla y encima de una gran colina verde, ya observábamos todos los y las jóvenes que se dirigían hacia allí a toda prisa y con gran ilusión. Quizás fue el hecho de haber ido una mañana en fin de semana lo que nos brindó tal espectáculo sin telón.




Los chicos nos sorprendieron con la elegancia de sus camisas blancas, los "sarongs" para las piernas y el turbante en la cabeza, mientras las chicas hasta desprendían luz propia con sus blusas entalladas de encajes claros (kebaya) y sus largos y coloridos sarongs enrollados en la cintura hasta los pies. En la mano sostenían grandes cestas coloridas de mimbre, y hasta con algún broche brillante, donde guardaban sus ofrendas de dulces, pétalos de flores de colores y aromáticos inciensos.


A pesar de la calma que se respiraba en el templo, el vaivén de gente era constante. Nadie quería perderse el paso por las fuentes sagradas, donde se remojaban piernas, brazos y cara, hacían una breve oración, dejaban su ofrenda y seguían avanzando. Y aunque desconocemos el efecto real de aquel ritual, lo que sí podemos afirmar es que de allí salían bien frescos, limpios, con pétalos de flor detrás de las orejas y unos granitos de arroz pegados en la frente, como es costumbre de ver también fuera de los templos.







Es cierto que todos los templos tienen una parecida línea arquitectónica, y que podrías pasarte todas las vacaciones solamente de templo en templo, pues casi hay uno en cada esquina. Pero también lo es que todos los que hemos visitado nos ha sorprendido con alguna peculiaridad, o bien por su idílico entorno, o simplemente por lo que ha ocurrido en ellos.

Si el Luhur Batukau nos dejó conocer la parte mas real y original de las tradiciones hinduistas, el Pura Tirta Empul nos absorbió en cada uno de sus rincones, entendiendo la importancia del baño sagrado al ver la cola que se formaba para pasar por cada una de sus fuentes sagradas. Y no nos engañemos, también nos gustó el mercadillo que lo rodeaba y que hipnotizó nuestros ojos de brillantes y sedosas telas de colores.







El Tanah Lot en cambio, aparentemente no tenía fuentes, pero para nada iba faltado de agua. Un templo situado en una pequeña isleta en la orilla del mar, accesible en marea baja e aislado cuando ésta sube. Una magia que sin duda se esperó que desprendiera éste "templo de la tierra en el mar" cuando se construyó al siglo XVI dedicado a los espíritus guardianes del mar.


A pesar de no poder acceder a la isla y ver su interior, el lugar nos regaló bonitos momentos en familia para caminar mientras jugábamos a buscar alternativas para evadirnos del sol, o mientras saboreábamos uno de los enormes cocos balineses desde el mirador del templo.

 











Sin duda el agua es un elemento muy importante en la cultura Balinesa, sus fuentes de agua dulce purifican los cuerpos y almas, mientras el mar impregna de magia el paisaje que rodean sus templos. Por ello, el templo Uluwatu también está situado en un precioso e impactante acantilado que se descuelga a setenta metros hasta el mar. Por ello y porque al construirlos, querían formar un simbólico cordón de protección para la isla. El paseo que se extiende siguiendo la línea del acantilado es tan inmenso y hermoso que casi consigue hacerte olvidar que estás rodeada de otros turistas. Además, los macacos presentes le dan ese aire salvaje y de fantasía.

 









Danzas Balinesas
Otra de las cosas que Pura Uluwatu nos ofreció fue un espectáculo único donde pudimos conocer la danza "kecak"  en el que la sincronía de las voces de sus actores, la despampanante y vistosa apariencia de las actrices, y el hecho de vivirlo sentados en un anfiteatro con increíbles vistas al mar y mientras el sol se despedía del día, fue una experiencia realmente única.




















Quizás para salir satisfecho de Bali es tan importante conocer sus templos, pasear en sus campos de arroz o bañarse en sus playas como ver uno de los espectáculos de danza balinesa, que no sólo maravillan con sus movimientos, sino que también recuerdan lo distantes que quedan ambas culturas también detrás del escenario. Nosotras tuvimos doblete ya que a parte de la cañera "kecak" también pudimos disfrutar de la elegancia y sincronía de los ligeros movimientos en las danzas barong bankal. Donde un gran grupo de músicos (Gamelan) consiguen crear un trance de sonidos y hacer del cuerpo, una fuente de expresión que recorre desde los dedos de los pies, pasando por todo el tronco y llegando hasta la cara, donde los movimientos de ojos son acompañados por muecas muy variables, junto con los balanceos de manos constantes que doblan los dedos con tanta suavidad como plumas de aves deslizándose en el viento.







































Terrazas de Arroz
Qué bonito cuando las plantaciones de la principal fuente de alimentación del país se convierten a su vez en un fantástico paisaje natural de tan alto nivel, que consigue ser uno de los atractivos turísticos más importantes.


El arroz es realmente un alimento básico muy universalizado. A buen precio y combinable con todo, es la fuente de alimentación quizás más extendida en el mundo, y Asia es uno de los mejores hornos para éste cereal, motivo por el cual los arrozales protagonizan muy a menudo parte de sus paisajes.


Por nuestra parte cabe decir que ver arrozales no es una experiencia nueva pues el Delta del Ebro tiene parcelas para perderse y encontrarse... Pero no por ello podíamos dejar de ver los de la zona de Ubud. Largas hectáreas de plantaciones extendidas de un verde eléctrico y en forma de terrazas para que el agua de las lluvias tropicales llegue a todos los rincones y deje brotar cada uno de los granos previamente sembrados.

Jatiluwih terrace



Tegalalang terrace

Entre arrozales, templos, mercados artesanos, lagos y volcanes, podrías pasarte mucho tiempo inspeccionando el interior de Bali, pero a pesar de la riqueza concentrada en ésta isla, queríamos conocer también otras islas de los alrededores... Y qué mejor manera de hacerlo que en un tour de cuatro días en barco visitando las islitas del Parque Nacional de Komodo en la región de Flores.

Komodo National Park
Un gran amigo y conocedor del país nos había insistido mucho en ir y sin saber exactamente que había más allá del "gran dragón", decidimos hacer un "all in" e ir a descubrirlo, y ésta fue sin duda una de las mejores partes del cuento.

Empezamos a navegar mar adentro en el "Joy Tours", un barco de madera muy clásico y más que grande para nosotros cuatro y la tripulación que nos acompañaría durante esos días.

La primera parada ya nos dejó sin aliento, bajando del barco para tocar el agua turquesa que rodeaba la isla de Kelor y subiendo a la colina para observar las islitas de los alrededores,  contemplando la paleta de tonos azules que se esparcía en el mar cambiando de intensidad en función de su profundidad, o bien de si el fondo era coralino o de arena blanca y fina.





Después de recuperarnos de tal maravilla, de un gran banquete de comida  y de empezarnos a familiarizar con el fondo marino que tantas sorpresas nos aportaría, la siguiente parada a tierra firme fue Rinca donde conocimos al "reptil mas grande del mundo?". No fue ninguna sorpresa encontrarlo pues fuimos con toda la intención a conocerlo, pero aunque ese era el propósito, no había ninguna garantía sabiendo que estaban en libertad por un área bastante extensa.



Cuando ya llevábamos un buen rato caminando sigilosamente por un bosque seco e intrigante, y después de cruzarnos con monos, ciervos y búfalos, finalmente conseguimos dar con ese enorme reptil carnívoro que, aunque no transmitía ternura y anhelo de acercarse a tocarlo, podemos asegurar que captó nuestra atención durante un buen rato. 

Era físicamente parecido a un lagarto pero de dimensiones tremendamente multiplicadas, más bien, era como aquel dinosaurio al que nunca hemos podido conocer. Lo que nunca habríamos imaginado era ver a dos de ellos en plena acción, repartiéndose los restos del bufete que había quedado quizás hacía ya dos días antes, cuando uno de los búfalos se convirtió en la presa más suculenta y apetecible de Rinca. A pesar de que era una escena bastante sádica y de aroma más que desagradable, también era un espectáculo que la naturaleza quiso ofrecernos en directo. Una ocasión que rara vez hubiéramos imaginado ver fuera de los documentales de tv2 o de los reportajes del National Geographic.


Al día siguiente la emoción se mantenía a flote pues Padar nos volvió a regalar unas vistas panorámicas más que excelentes.





Pero si había un "top 10" de playas idílicas, esa fue la Pink Beach. Un paraíso creado entre la mezcla de una arena color rosada por los micro-corales que la conformaban, un agua de color turquesa eléctrico pero bien clara para contemplar el espectacular fondo marino que nos capturó hasta quedarnos Absolutamente SOLAS en ese pequeño paraíso! Posiblemente la Pink Beach no sólo se llevó el premio de la mejor playa de Flores o de Indonesia, sino que posiblemente (y es algo muy arriesgado de afirmar) también ha sido la mejor de todo nuestro viaje!








El día no podía terminar mejor que lanzándonos al agua en mar abierto para nadar con todas nuestras fuerzas en contra de las intensas corrientes marinas, para conocer otro de los animales que jamás habíamos visto en directo. Un animal  también de dimensiones enormes pero que a pesar de ser familia de los tiburones no irradiaba ningún tipo de tensión, mas bien transmitía calma y tranquilidad al seguir el movimiento sus aletas arriba y abajo ondulándose cariñosamente sin ningún sobre esfuerzo, pero con una gran elegancia.


El tercer día conocimos dos islas más, Kanawa y Bidadari, y aunque mantenían la línea de preciosidad de las anteriores, lo que nos maravilló realmente a los cuatro fue el fondo marino que ofrecía Kanawa. Pasamos toda la mañana, y hubiéramos pasado toda una vida, contemplando su escaparate de corales y peces coloridos, a muy poca profundidad y sin apenas una ola que estorbara, Kanawa se convirtió en un espectáculo marino que te invitaba a nadar y nadar para seguir descubriendo más, pues cada rincón allí abajo era distinto al recorrido, como si alguien hubiese querido crear la mejor maqueta de corales para pasearlos surcando desde la superficie.

kanawa
Bidadari















Peces amarillos, azules, naranjas, negros... rallados, de topos, payasos y multicolor. Pequeños como un fréjol o grandes como un misil. Solitarios, comiendo entre los corales o nadando acorde en grupo. Peces graciosos como el globo, y otros menos simpáticos como el Pez León, uno de los más venenosos,  una pequeña tintorera.



Entre ese entramados de corales brillantes de distintas texturas y colores, además de peces, erizos u estrellas de mar, también vimos tortugas, langostas coloridas y una sepia que desapareció de un rápido impulso después de ser perseguida por nuestra atención.




Si en Filipinas habíamos disfrutado del snorkel, Kanawa nos dejó tan derretidos de emoción, que hasta debajo del agua nos abrazamos para expresarnos y compartir la intensidad de todo aquello tan mágico y único, sabiendo que posiblemente no volveríamos a encontrar otro paisaje parecido.



Sin duda fueron unos días muy intensos donde las experiencias se iban superando entre sí. La visita de las "Carmes" fue para nosotros un regalo por la compañía en sí, pero también un "break" que subió drásticamente el nivel de nuestra simplicidad mochilera para conocer una parte de éste archipiélago, más cómodamente y en un ambiente de hogar, familia y amistad.


Y qué mejor despedida que pasando un par de noches en Gili Air para relajarnos, caminar alrededor de la isla, satisfacer nuestros paladares y asentar todo lo vivido para separarnos de nuevo, pero con una gran sonrisa y con un "hasta pronto".



Jungla
Después de despedirnos de las "mamas" y consecuentemente de despedirnos también de las comodidades de piscinitas, playas idílicas, taxis, comer mucho y movernos poco, volvíamos a la vida de mochileros, afortunadamente con algo menos de peso, y con muchas ganas de trekking y de perdernos entre "verde".

Es cierto que echaríamos de menos esos pequeños lujos, pero por otro lado también nos apetecía descubrir otras partes de Indonesia menos turísticas, y conocer un poco mas de cerca la cultura local.

Y por verde no había otra que Sumatra, aunque la decisión en realidad vino más motivada por el naranja. Indonesia es uno de los dos países, a parte de Malasia, donde (por ahora) existen los pocos orangutanes que quedan en el mundo.

Un simio que, a pesar de que comparte un 97% de nuestros genes, está en grave peligro de extinción gracias a la actuación narcisista del humano en creerse que es una especie superior, y no una más del reino animal.

Nos estamos cargando su hábitat mediante una deforestación justificada para extraer madera y minerales, pero sobretodo en motivo de las plantaciones de palma para hacer un aceite que se usa sobretodo en bollería y productos industriales no saludables, y que plantaciones de las cuales destruyen el subsuelo haciéndolo árido e in-fértil.

El otro motivo que todavía nos eriza mas la piel, es el hecho de matarlos porque llegan a zonas agrícolas en busca de comida (ya que les estamos quitando la suya) y los agricultores de la zona se creen en derecho de matar para proteger ese hábitat que acaban de robarles. Y el otro motivo que acaba de retratar la soberbia humana es matar a las madres y vender a las crías por grandes cantidades de dinero que algunos ricos pagarán para tener un orangután de mascota.

En vista de tales vergüenzas, hay algunas entidades que trabajan para protegerlos, aunque a nuestro parecer y por lo que hemos leído, muchos de los centros de recuperación que se encuentran en otras partes, a veces actúan protegiéndolos tanto, que acaban domesticándolos al darles comida a animales salvajes, y casualmente esos puntos de alimentación son aquellos en los que los turistas van a visitarlos.

Nosotros no queríamos perdernos la oportunidad de verlos, y obviamente hacerlo apostando por entidades que tuvieran un interés en su conservación, pero queríamos verlos en libertad, a pesar de correr el riesgo de marcharnos sin hacerlo.

Después de estudiar las opciones parece que dimos con lo que buscábamos. Estuvimos cuatro días en la selva de Ketambe, en el Parque Nacional Gunung Leuser. A pesar de conocer otros animales no tan agradables como la sanguijuela, pudimos caminar entre una selva húmeda y abrupta, bañarnos en piscinas naturales de aguas termales, ver varios tipos de monos y por supuesto.... ¡Orangutanes!

































Un bonito reencuentro

Nos quedaban solamente tres días para que se terminara el plazo del visado en Indonesia, pero la adrenalina todavía tenía una última subida en éste país...

¿Quién decía que no se podía estar en una boda desde la distancia? Nosotros, amantes de lo imposible, lo hicimos, y nos quedamos con la mejor parte.... Sin compartir a los novios con la otra gente, ¡y pudiendo formar parte de un ratito de su luna de miel! Otra gran y bonita experiencia que sin duda engrandece el baúl de los recuerdos que nos llevaremos al terminar toda la historia del viaje y que de bien seguro ellos tampoco olvidarán.




Resumiendo nuestro paso por Indonésia....