viernes, 23 de noviembre de 2018

MALAYSIA y SINGAPUR: centros de diversidad




Malasia es la expresión de un país marcado por su situación demográfica, un hecho que, en su día, tentó a las fuerzas coloniales y de su alrededor a obtener un pedazo de su territorio. Lo positivo de toda esta historia de juego de tronos es que, hoy en día, Malasia dispone de una riqueza y diversidad muy particular que te enamora.


Por el oeste la India hindú, el medio oriente islámico y la Europa cristiana, mientras que China y Japón por el noreste fueron importantes influencias que llegaron de la mano de las rutas comerciales que atravesaban la región. Por otro lado, la historia malaya se encuentra también entrelazada con la de sus vecinos,  Indonesia,  Singapur,  Filipinas,  Brunéi y y Tailandia. Todas estas influencias son las que nos pudimos encontrar a lo largo de estos 17 días durante el país.


Nuestros primeros pasos fueron en su gran capital Kuala Lumpur, concretamente en la zona del barrio chino, lugar donde nos hospedamos y pudimos empezar a sentir la esencia china en todo su esplendor. Caminamos por sus calles llenas de clásicos fanales rojizos, quioscos de todo tipo que te ofrecían hasta el oso de Mr Bean y continuos lugares de comida en los que era inevitable clavar la mirada intentando imaginar qué sabor podía tener aquella imagen publicitaria. Realmente, anadar por sus calles es sinónimo de sobre estímulo, nuestros ojos salían de su órbita yendo de un lado a otro captando los mil colores que había a su alrededor y los millones de objectos que iban acompañados de las voces de sus dueños, quienes continuamente intentaban ofrecertelo...¡Heeyy!¡¡¿¿Hellooo??!! ¡¡¿¿How are you??!! ¡¡Heeeyy... Come, come!! ¡¡Good price!! Era una locura muy auténtica!


Pero esa "locura" no solo la sentimos en el barrio chino, sino que en la zona más "desarrollada" de la ciudad nos topamos con las grandes representaciones arquitectónicas del país. Aquellas que expresaban el poderío humano, el afán competitivo del "a ver quién la tiene mas grande", el capitalismo puro. Nos perdimos por aquella modernidad agridulce de sentimientos contradictorios entre el ¿es necesario todo esto? y el !!qué pasada!! andábamos por sus calles debatiendo acerca de lo que sentíamos al contemplar todo aquello.




Pero sin duda, el gran detonador de emociones contradictorias fueron las Petronas, dos enormes edificios idénticos, con los cimientos más hondos del mundo para soportar sus 88 plantas, que coronan el cielo malayo alcanzando los 452 metros de altura. Una clara representación de la capacidad del ser humano para construir algo tan abismal como aquello, una muestra más del éxito de las mezclas, combinando una arquitectura moderna con los elementos árabes. Y sobretodo un ejemplo de lo que puede lograr el trabajo en equipo, pues en su construcción se coordinaban hasta 2000 personas al día en distintos turnos con el objetivo de construir una planta cada cuatro días. El resultado: ésta espectacular obra arquitectónica que se ha convertido en el icono de la capital y del país.



Para desconectar de todos estos va y vienes morales que grandes capitales como Kuala es capaz de generar, nos fuimos a Cameron Highlands. Un cambio absoluto de contexto y, en consecuencia, de energías. Allí reinaba la calma, siendo ella la dueña del lugar, la quisimos sentir durante una larga travesía empezando con plantaciones florales, bosques de helechos y plantas carnívoras, huertos ordenadamente desplegados por las laderas huertos y terminando en los esperados campos de té. Ese arbusto que en su conjunto forma un laberinto de lo más hermoso representa la identidad de la cultura de malasia. Esta hoja acompaña a todas la comidas, ya sea en frío, caliente, con leche, limón, azúcar o sin él, el té forma parte de su vida y fue muy interesante ver cómo lo cuidan y lo miman para llegar a sazonar el agua que toman cada día.



















 




















 















Al disponer de poco tiempo en el país decidimos hacer un salto rápido hacia el norte, concretamente a la isla de Penang. Gorge Town, su capital, era la cuna de una gran diversidad cultural acompañada de arte callejero. En Kuala Lumphur ya sentimos la mezcla cultural, pero en esta ciudad encontramos un entramado de identidades de lo más bello. En una misma calle pudimos sentir la esencia católica, china, hindú y musulmana. Avanzabas unos pasos y los rasgos cambiaban, el color de la piel era más oscura o más blanca, los ojos más grandes, oscuros y redondos o más bien pequeños y almendrados, los cuerpos más finos y delgados o más rudos y corpulentos. Era como atravesar puertas del tiempo que te trasladaban de un país a otro en cuestión de minutos. Aquello que estábamos contemplando era la clara expresión de una buena convivencia entre distintas identidades culturales y en consecuencia, de religiones.


arte en las calles de Georgetown
tienda de ofrendas chinas
tienda complementos en "Little India"
mezquita "Kapitan Keling"
templo budista "Kek Lok Si"
En realidad, vimos representado en buen entendimiento entre algo que siempre ha tendido a detonar conflictos. Era de lo más reconfortante observar como en una misma calle existía una iglesia, una mezquita, un templo hindú y un templo chino. Aquel lugar era la clara expresión de que personas con distintas maneras de pensar pueden llegar a convivir sin conflictos. Ojala algún día, aquello que vimos pueda llegarse a reproducirse en todo el mundo, que la religión, como en George Town, no sea un obstáculo para que las diferencias puedan mezclarse con absoluto respeto.


Lo bonito de llegar a poder convivir con otras culturas, además, es que puedes  disponer de una gran riqueza expresada en forma de técnicas de construcción, música, baile, tejidos, pintura y sin duda...¡¡¡de cocina!!! Como enfermos de la comida que somos, ¡¡¡aquello era el edén de los sabores!!! ¡¡A nuestro alcance teníamos una oferta gastronómica ESPECTACULAR!! Al escribir sobre esto es inevitable repasar aquella exquisitez que en cada comida pasaba por nuestra boca activando el botón del placer. ¡¡Era demasiado!!! Nos reímos solo con recordarlo, pero cada comida era como una fiesta! Venía el momento de comer, nos mirabamos con una sonrisa en la boca y deciamos...ok, ¿¿hoy que toca?? ¿¿Hindú?? ¿¿Chino?? ¿¿Árabe?? ¿¿Maley?? Realmente, somos conscientes de nuestra sobre excitación con la comida, pero aquello fue algo fuera de lo común dentro de nuestro viaje, en cuestión de pocos metros encontrabas todo tipo de comida, con sabor, color y lo mejor...¡¡a buen precio y de calidad!!

Finalmente, después de recorrer un poco más la zona, nos fuimos a la isla de Langkawi. El objetivo era solo pasar un par de días, pero el hecho de encontrarnos en medio de la época de lluvias nos invitó a quedarnos cinco días. El tiempo suficiente como para conocer casi a la perfección esos rincones mágicos que caracterizan dicho lugar. Desde cascadas en medio de grandes selvas, cimas a 4280 escalones, isletas repletas de naturaleza, playas de arena blanca y naranja, animales realmente exóticos, y todo ello reunido en un mismo lugar. Fueron unos días intensos pero relajados a la vez, donde continuamos descubriendo los nuevos regalos que esconde nuestra querida pachamama. 
















Pero si algo recordaremos de Langkawi,  también será el aniversario de Marta. Una vez más, a la distancia, intentamos hacer que el día fuese especial. Por sencillas que fueran las cosas que hicimos, recordaremos con gran nostalgia estos momentos de "Carcassone" en la playa acompañados de un vinito y música de fondo, una cena de lo más divertida a base de mil sabores distintos y un romántico paseo por la playa contemplando la noche a nuestro alrededor.





Antes de dejar este país tan diverso queríamos bajar hasta la gran vecina de Malaysia, Singapur. Una de las las islas más sobre pobladas y modernas del mundo, que expresa la supremacía a la  que puede llegar el ser humano. Si Kuala nos pareció "desarrollada", Singapur lo sobrepasa a gran escala. Tan solo la conocimos durante un día y medio, pero quemamos la suela de nuestras apuradas "deportivas" para llegar a sentir la esencia de todo "a lo grande". En ella puedes encontrar, al igual que Kuala, esta riqueza cultural representada por indios, musulmanes y chinos. La diferencia que es el contexto físico en el que viven esta en otro nivel. El barrio llamado "little india" desprende un colorido nada equiparable, con sus casas, comercios, luces, templos, decoraciones, murales y restaurantes te trasladan en un contexto de lo más auténtico. Lo mismo podríamos decir del barrio chino y del árabe, cuidando al más mínimo detalle la imagen de su identidad expresada en un barrio.































Lo curioso de Singapur, almenos respecto lo que llegamos a conocer, es este contraste de pequeñas casas, de no más de tres plantas, donde la economía se basa en la venta de comida, ropa, joyas, u objetos de todo tipo, respecto los grandes rascacielos que hay a su alrededor y que mueven los hilos de todos nosotros hacia destinos que desconocemos. Primero conocimos esta parte que más nos gusta, la que representa la autenticidad de una cultura, la gente que abre las puertas de sus negocios para que mires, observes y toques sus curiosidades, la gente que te abre el restaurante de par en par para que huelas sus habilidades. Luego nos fuimos al gran monstruo adorado de la ciudad, la zona más "moderna" donde habitan los grandes depredadores de la economía. Escondidos dentro de una caja de cristal, desde donde tu no los ves pero ellos a ti sí, dominan a todo el mundo y desprenden este poderío a través de sus grandes rascacielos. Unas construcciones rodeadas por mil y un detalles que te hacen ver lo que es Singapur, una ciudad tecnológicamente moderna, ordenada, limpia, llena de cosas personalmente innecesarias pero que a simple vista, sin reflexionar más allá de lo que significan, puedes pensar "que pasada".















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