sábado, 31 de marzo de 2018

BUCARAMANGA: ciudad de amigos


Bucaramanga es la capital del departamento de Santander, una ciudad activa y limpia donde estuvimos cinco días. Pero el motivo de quedarnos no fue la ciudad como tal, sino por la oportunidad que tuvimos de convivir con Röse y la Flaca, dos chicas de lo más divertidas y agradables que nos abrieron las puertas de su casa. Con ellas y sus amigos compartimos momentos aparentemente sencillos, pero muy especiales para nosotros.


Después de nueves meses viajando, uno a veces olvida la sensación de ver una película con amigos, apretados en el sofá y comiendo palomitas.  O ir de bares para escuchar algún concierto en vivo y gozar de la noche mientras conversas con la gente local.  O compartir noches de desenfreno bailando entre el dj y el ventilador, o simplemente pintando la casa o compartiendo buenos manjares, en realidad el "qué" no importa.


Con este bonito grupo bumangués pudimos revivir esos momentos, entre amigos, a base de cine y sesiones de "jam sesion" en la que los músicos ejercitaban sus instrumentos para crear una melodía improvisada que acoplaba a la imperfección todos los sonidos con el fin de activar tu cuerpo.

En el transcurso de estos días también tuvimos tiempo de visitar la biblioteca de la ciudad. Un lugar que de una forma u otra siempre te abre las puertas del conocimiento. En este caso los libros no fueron la principal fuente de sabiduría que nos ofreció este lugar. La suerte quiso que nos regalasen unas entradas para ir al teatro y escuchar un cuentero (también dicho cuenta cuentos) de lo más sarcástico con la colonización española. Con un tanto de vergüenza  escuchábamos toda aquella historia desde 1500 a 1700 en la que los distintos personajes (rey, birrey, sacerdotes, condes, etc.) jugaron con los indígenas de Colombia a títeres manchados de sangre con el fin de enriquecer una corona enferma por el ansia de poder. En el fondo, era reconfortante poder escuchar esa crítica y burla hacia una etapa de la historia que fue tristemente violenta, contando tal sátira con cierto sarcasmo cómico, de lo que incoherentemente a día de hoy, todavía se celebra en España como un triunfo.

Finalmente nos despedimos de nuestras amigas con una bonita acampada cerca del salto del mico. Un lugar que se empezaba a adentrar en la pura esencia natural del departamento de Santander y que empezaba a predecir lo que nos esperaría en nuestros siguientes días. Bajo la luz de la luna y las estrellas y con la esperanza de volvernos a encontrar, conversamos nuestras ultimas palabras alrededor del fuego mientras nos relajábamos observando sus ondulandos y seductores movimientos.


Gracias chicas por estos estupendos días, no hace falta decir que habéis dejado gran huella en nosotros... Para siempre.

martes, 20 de marzo de 2018

MEDELLÍN: ciudad de reencuentro


Después de las pesadas catorce horas de bus nocturno alejándonos del calor costeño, la provincia de Antioquia nos recibió con un precioso amanecer entre verdes montañas de pasto y un aire un tanto fresco y muy agradable. La ciudad de "La eterna primavera" nos esperaba para ofrecernos unos días de descanso y paseo, ¡pero sobretodo de muy muy buena compañía!

No es casualidad que Medellín esté catalogada como una de las mejores ciudades para vivir en América del Sur, y elegida en 2013 como una de las más innovadoras del mundo. 

Es una ciudad instalada en el enorme valle de Aburrá, por lo que está rodeada por enormes montañas. El metro te permite recorrer el centro con unas increíbles vistas de la cuidad hacia la montaña, debido a que está elevado, y pasa por encima de las calles y entre los grandes edificios. Por otro lado el metrocable (telesférico) te ofrece la otra perspectiva, subiendo a la montaña por encima de los barrios periféricos y ofreciéndote la vista del valle teñido de marrón por el color de los ladrillos de sus casas.



Buenas vistas periféricas, calles ambientadas por comercios y venta ambulante, cultura en sus plazas y museos, y parques naturales y jardines botánicos que aportan a la ciudad la burbuja de oxígeno necesaria para hacer de Medellín una ciudad única. 


Plaza Botero

Museo de la Memoria

Jardín Botánico

También esta capital es conocida por personajes importantes en el mundo de la cultura como los artistas Fernando Botero en pintura y escultura, y Maluma y Juanes en el terreno musical. Aunque desgraciadamente la medalla en popularidad se la lleva Pablo Emilio Escobar Gaviria y el cartel que nació a sus pies para controlar hasta el 80% de la producción mundial de cocaína. Pero todo eso quedó atrás y a día de hoy Medellín es mucho más que esa huella negra del narcotráfico conocida por mucha gente, sobretodo después de la serie que a todos tanto nos gustó, pero que sirvió para estigmatizar todavía más al pueblo colombiano.


Además, nuestro objetivo en la ciudad iba más allá de conocer cada rincón, de echo posiblemente no hubiéramos parado en Medellín si no fuera por asistir a una cita importante con lo que ya consideramos parte de nuestra pequeña familia. 

Ésta ciudad nos ha ofrecido recorrerla por tierra y por aire, disfrutar de paseos por calles, plazas y parques, hacer picnics en el piso del bosque o comer en buenos restaurantes, hacer deporte y sudar en un baño turco pero también descansar y atiborrarnos de "pingüinitos". Terminar el día con chupitos de ron Medellín bailando en el sofá o jugando a espías en el balcón. En realidad qué más da lo que haces o dónde, cuando puedes reencontrarte con un gran amigo después de diez meses. 




¡Gracias Juanito por seguir siendo tan especial... y a ti Pina, por tratarnos y cuidarnos como a unos hijitos más! ¡Nos vemos pronto familia!

miércoles, 14 de marzo de 2018

ISLA GRANDE: entre el paraíso y el infierno


Con el objetivo de despedirnos del Caribe decidimos dirigirnos a esta isla de alrededor de 900 habitantes, Todos ellos nativos del lugar, han defendido hasta la saciedad el intrusismo del gobierno y su futura burbuja inmobiliaria e inversión con objetivos puramentente económicos. De esta manera, y solo a través de la unión, han conseguido mantener esa esencia un tanto cubana que le da a la isla una identidad especial.



Después de recorrer gran parte de la isla buscando el precio más razonable, decidimos alojarnos en una cabaña de lo mas acogedora. Sabina, la dueña de "Los Cocos", nos pareció una mujer agradable con la que compartir estos 4 días. Con su carácter, energía y su manera de ser nos sentimos muy cuidados y queridos. 


Durante estos días nos adaptamos a las circunstancias del lugar, la escasez de agua hacía que los cubos para bañarse y limpiar se tuvieran que racionar y la falta de energía hacía que la noche se tuviera que iluminar con la magia de las velas. El calor lo soportamos con las bellas playas puramente caribeñas con arena coralina y aguas transparentes que permitan vernos los pies pisando el coral arrastrado por las corrientes. Sin duda, con este regalo del mar cualquiera no se adaptaba a las peculiaridades de la isla, que afortunadamente nos recordaron la importancia de subministrar bien el agua y de aprovechar al máximo la luz del sol.







TERROR EN EL ARRECIFE

En nuestro último día en la isla, quedamos parados en la playa observando el gran arrecife de enfrente, rechazando con resignación cada uno de los vendedores de tours que ofrecían uno de los mejores "snorkels" de la zona.

Pero no podíamos despedirnos del caribe sin una última exploración submarina, así que esperamos a que pasaran las horas de afluencia de lanchas, nos untamos de crema, agarramos nuestras gafitas de piscina y los tubos...¡ y a nadar mar adentro!


Si bien es cierto que durante el camino hasta el arrecife la zona estaba bien despejada de lanchas, también lo es que de todos modos nos venían algunos pensamientos turbios a nuestras cabezas "el agua se está picando... Y por ahora sólo se ve arena" "¿ y si es una falsa distancia de esas que parecen cerca pero nunca llegas...?" "¿No estaremos demasiado cansados a la vuelta para volver, no?

Paramos para valorar y respondernos éstas preguntas, pero realmente estábamos ya muy cerca. Teníamos que intentarlo y sabíamos que allí podríamos hacer pié y descansar.

Y la verdad es que no costó mucho esfuerzo más. allí estábamos, en un arrecife de coral precioso, sin lanchas ni gente, habíamos llegado por nuestro propio pié ¡y sin pagar nada! Empezamos a explorar esas aguas siguiendo los corales y buscando los pececitos que se iban escondiendo a medida que percibían nuestra presencia. Era un fondo marino bastante rico pero había que vigilar y "bailar con las olas" evitando tocar los corales, en algunas zonas bastante próximos por la poca profundidad y la fuerza del agua.

En uno de los descansos a la superficie, algo nos alertó. Habíamos estado tan concentrados mirando hacia abajo, que nuestra atención quedó totalmente acaparada debajo del agua.

- "Marta allò negre d'allà..."
-"merda, sí, un tauró? Un tauró!"

Destrás del arrecife y apenas a unos escasos metros, pudimos ver como por encima del agua se perfilaba perfectamente una aleta negra que surcaba cambiando de dirección.

Creo que nunca habíamos nadado tan rápido. No hubo tiempo para valoraciones o apoyos de consolación, el objetivo era llegar a la orilla lo antes posible pero la distancia, el oleaje y el miedo no permitieron que la angustia fuera sólo momentánea. La lucha en cada brazada era casi la misma que el esfuerzo por apartar los pensamientos que invadían nuestro cerebro. El tiburón desgarrándonos una pierna mientras se teñía el agua de rojo e interminables hipótesis sobre cómo salir de esas horribles situaciones... Sí, el cine ha hecho mucho daño y cuando el miedo se apodera de ti la lucha interna es tan importante cómo la externa.

La respiración por snorkel aumentaba la angustia al hiperventilar así que lo mejor era prescindir de él y respirar normal, mantener la calma y nadar al 80% asegurando la llegada a la orilla.

A pesar de que nuestra velocidad era mucho más inferior a la que deseaba nuestra cabeza, logramos llegar e incluso contemplar cómo aparecía y se escondía la aleta en el horizonte.

Los vendedores de tours de snorkel apelaban a que era una boya o quizás un delfín, pero las boyas son de colores porque su función es que se vean y los delfines van en manada y brincan... Estaba claro que no podían permitirse que tal verdad les hundiera el negocio.

al llegar a la casa, Sabina nos contó que cerca de la isla había un "acuario" un sitio de éstos dónde tenían tiburones encerrados en mega jaulas y que les iban alimentando para contar con una atracción turística más, y que hacía un par de meses uno de ellos consiguió escapar y se le había visto rondando a las afueras de la isla. No cabía duda de que nos habíamos salvado de una buena.

Al día siguiente tocaba abandonar la isla y no pudimos evitar centrar la vista hacia esa zona cuando la lancha pasó por allá. Y no podíamos creer lo que veíamos, en un momento degustamos la mejor versión del sentimiento de la estupidez humana, a la vez que reafirmamos como el miedo puede condicionarte a ver y actuar a su favor. Señores, señoras.... Era lo más parecido a una aleta pero se trataba de una puñetera boya. Si, era una jodida e inocente boya.



domingo, 11 de marzo de 2018

PALOMINO: evitando las masas



La toma de decisiones es un ejercicio prácticamente constante en nuestro viaje. Desde ¿qué comemos?, ¿dónde dormimos?, ¿cuánto tiempo nos quedamos? o ¿hacia dónde nos dirigimos? Son solo algunas preguntas que ya forman parte de nuestra rutina, y cada vez las asumimos con más soltura.

Pero también es cierto que detrás de cada decisión hay una puerta de oportunidades, y también de posibles chascos, que sólo serán descubiertas si esa puerta se abre. Es por ello que muchas veces cambiamos nuestros planes repentinamente después de reformularlos, poniendo en una balanza lo que nos cuesta (a nivel económico y logístico) y lo que nos puede aportar (experiencias, aprendizajes)

Y de éste modo descartamos ir a uno de los Parques Naturales más conocidos de Colombia. Sí,  así es, a pesar de que nuestro pequeño itinerario por el norte Colombiano dependía básicamente de nuestra estancia en ese lugar, y que ta teníamos día y provisiones para entrar, un día antes decidimos cambiar de planes. 

la experiencia nos ha enseñado que a veces cuando algo es tan esperado y costoso tiende a magnificar sus expectativas, dejando caer en picado su propio valor natural.  Resulta que a parte de contar con un sospechoso precio de entrada, el Parque Tayrona llevaba un mes cerrado para dar lugar a su limpieza y cuidado, motivo por el cual todos los turistas de la zona estaban esperando impacientes el día de su apertura. Y ya fue decisivo cuando escuchamos por segunda vez que compráramos las entradas por internet para asegurarnos. ¿Comprar entradas anticipadas, por internet, para un parque natural? ¿A caso estábamos hablando de la final de un mundial? ¿Del gran concierto del año? ¡Si  ni siquiera para los carnavales pagamos entrada!Estaba decidido. No tenía sentido hacer un sacrificio para entrar en un lugar "natural" repleto de gente. 

Así que Palomino dejó de ser el lugar de paso para el Tayrona y se convirtió en otra de nuestras paradas, dónde pudimos relajarnos unos días y disfrutar de su playa larga, sus olas bravas... ¡y también jugando a cocinillas y a peluqueros! 


viernes, 2 de marzo de 2018

MINCA: explorando Sierra Nevada


Después de la sequedad casi desértica de Taganga necesitábamos un poco de montaña fresca, y aunque parezca imposible, a no más de dos horas podíamos encontrarlo. Se trata de Minca, un pequeño municipio de unos quinientos habitantes que se encuentra en el parque natural de Sierra Nevada. Un pueblo que en realidad tampoco tiene mayor encanto que otros, pero que nos capturó una semana para descubrir sus alrededores y también para descansar en buena compañía!

El pueblo en sí no son mas de cuatro calles repletas de hostales, restaurantes y tiendecitas, pero desde allí puedes elegir varias opciones para buscar el fresco de sus ríos y cascadas ¡incluso ésta vez también disfrutamos de piscina!

Cada día planeábamos una salidita distinta explorando la zona, hasta que nos decidimos a aventurarnos dos noches para conocer el Cerro Kennedy. Un lugar perfecto para el avistamiento de aves, para colorearse los ojos de flores, sorprenderse de ver loros sobrevolando palmeras a 3100m de altura, o simplemente para adentrarse al bosque más denso a dormir en una carpa, camuflados entre la mas pura naturaleza, evitando ser sorprendidos por los guardabosques de la zona.




    


Y a pesar de que el Kennedy nos brindó tres días de deporte, naturaleza y desconexión, el verdadero motivo de prolongar nuestra estancia en ese rinconcito colombiano fue la compañía. simpáticas noches de cena y sobremesa charlando y jugando, alargando la hora de acostarse con nuestros amigos catalanes, primero con Iris e Isaac, con quien ya compartíamos tres destinos, y después con Carlos y Milena que nos enseñaron bastante acerca de la realidad Colombiana.

Porque al final es tan importante el lugar como el ambiente. Y la libertad de viajar sin rumbo ni tiempo, precisamente, te permite elegir los lugares, cambiar los ritmos o prorrogar los planes si las amistades son buenas.

TAGANGA: El desierto caribeño


Desde que partimos olvidamos el impacto que produce la sequía en la madre tierra y  enla vida de las personas. Acostumbrados a estar rodeados de húmedos paisajes, Taganga nos mostró una imagen distinta al verde intenso de los densos bosques y el azul claro de los ríos. Todo éste entramado cambió por la mezcla de colores cálidos que provocaban una sensación extraña. Entre agrado y desagrado al principio, nos adaptamos en aquel contexto caluroso, ventoso y excesivamente seco en el que pasamos alrededor de cuatro días acompañados de nuestros amigos catalanes.



Pero lo curioso de Taganga no solo era contemplar aquellos cerros cubiertos de hierba seca esperando a que les caiga alguna gota de agua y los cactus apurando las últimas reservas de su fuente de energía. Lo realmente sorprendente de aquel lugar era contemplar el agua clara del mar caribe golpeando aquella tierra tan seca. Jamás nos hubiésemos imaginado que entre aquellos cerros se podían esconder playas de agua tan cristalina como fría.



Hasta cuatro días nos quedamos en aquel pequeño pueblo pesquero en el que sus ciudadanos se levantaban alegremente día tras día con la música a todo volumen. Pero no sólo el paisaje de contrastes nos invitaba a quedarnos. También el confort de permitirnos dormir solos y bajo una ventana que repartía la agradable brisa que corría a todas horas, o el placer de mejorar nuestra dieta comiendo pescado recién salido del mar, pizza o carne roja a precios realmente agradecidos.