domingo, 11 de marzo de 2018

PALOMINO: evitando las masas



La toma de decisiones es un ejercicio prácticamente constante en nuestro viaje. Desde ¿qué comemos?, ¿dónde dormimos?, ¿cuánto tiempo nos quedamos? o ¿hacia dónde nos dirigimos? Son solo algunas preguntas que ya forman parte de nuestra rutina, y cada vez las asumimos con más soltura.

Pero también es cierto que detrás de cada decisión hay una puerta de oportunidades, y también de posibles chascos, que sólo serán descubiertas si esa puerta se abre. Es por ello que muchas veces cambiamos nuestros planes repentinamente después de reformularlos, poniendo en una balanza lo que nos cuesta (a nivel económico y logístico) y lo que nos puede aportar (experiencias, aprendizajes)

Y de éste modo descartamos ir a uno de los Parques Naturales más conocidos de Colombia. Sí,  así es, a pesar de que nuestro pequeño itinerario por el norte Colombiano dependía básicamente de nuestra estancia en ese lugar, y que ta teníamos día y provisiones para entrar, un día antes decidimos cambiar de planes. 

la experiencia nos ha enseñado que a veces cuando algo es tan esperado y costoso tiende a magnificar sus expectativas, dejando caer en picado su propio valor natural.  Resulta que a parte de contar con un sospechoso precio de entrada, el Parque Tayrona llevaba un mes cerrado para dar lugar a su limpieza y cuidado, motivo por el cual todos los turistas de la zona estaban esperando impacientes el día de su apertura. Y ya fue decisivo cuando escuchamos por segunda vez que compráramos las entradas por internet para asegurarnos. ¿Comprar entradas anticipadas, por internet, para un parque natural? ¿A caso estábamos hablando de la final de un mundial? ¿Del gran concierto del año? ¡Si  ni siquiera para los carnavales pagamos entrada!Estaba decidido. No tenía sentido hacer un sacrificio para entrar en un lugar "natural" repleto de gente. 

Así que Palomino dejó de ser el lugar de paso para el Tayrona y se convirtió en otra de nuestras paradas, dónde pudimos relajarnos unos días y disfrutar de su playa larga, sus olas bravas... ¡y también jugando a cocinillas y a peluqueros! 


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