domingo, 16 de julio de 2017

VIÑALES



Al estilo Ché en la Casa del Tabaco







Noche de música y cerveza a casa Juan 











Enormes montañas verdes repletas de plantaciones de tabaco y café, caballos y vacas pastoreando alrededor de los largos senderos que unen las pequeñas zonas donde vive la gente rural, con espléndidos rincones naturales que ofrece la zona. Y no hay mejor manera de descubrir tal lugar que subiéndote en una bicicleta y explorar por una misma todo lo que puede llegar a surgir, como refugiarse de la lluvia en el porche de una casa y ver como las nubes alimentan el verde de las montañas mientras las dueñas de la casa te acompañan brindándote unos mangos de cosecha propia.

Viñales es nuestro primer exhalo de naturaleza en Cuba después de la densa y calurosa Habana. En este rincón al sud-oeste de la isla, no solo nos quedamos perplejos por el paisaje que nos rodea, sino que tenemos la virtud de adentrarnos en la vida de la familia Labrada, quienes nos abren sus puertas para ofrecernos estancia en casa de Juana, junto con sus nietos Roberto Jr y Edenny.

Juana es una viuda de 70 años que arrienda su casa con la ayuda de sus nietos. Una mujer que habla más de lo que respira y tan rápido como su deseo de hacernos sentir como en casa. Ella tiene dos hijos mayores, Juan y Roberto, dos canta autores amantes de las cuerdas que tocan conjuntamente en un grupo, motivo por el cual han tenido la oportunidad de viajar a otros lugares para compartir su pasión por  la música.



Sin darnos cuenta y tan sólo pasando tres días en casa de los Labrada, no sólo hemos podido conocer mucho acerca de esta hospitalaria familia, sino que nos han regalado especiales momentos de música y reflexión en esta pequeña y mágica villa:

Recibir una invitación en casa de Juan junto a su esposa y suegra para tomar unas cervezas mientras nos deleita con sus composiciones a guitarra clásica; acudir en la casa de la cultura para ver a los “repentistas” (algo parecido a una “batalla de gallos” entre los hombres mayores del pueblo) y interrumpir la actuación para dedicarnos la canción que mejor refleja la realidad cubana; o llegar a la casa a altas horas de la mañana y encontrar a Roberto padre y Roberto hijo para despedirnos con una última velada bajo la noche estrellada, que empezó con canciones de desamor y terminó llegando casi al amanecer conversando sobre la vida entre risas, abrazos, e incluso llantos.


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