jueves, 7 de junio de 2018

SAN LORENZO, MACHALILLA Y MONTAÑITA: disfrutando Pacíficamente



Después de conocer la Sierra y el Oriente, no podíamos dejar de lado la Costa, así que decidimos cruzar todo el país para explorar este nuevo rincón. Hasta el momento han sido muchos los lugares que Ecuador nos ha mostrado sin dejarnos adónitos y esperábamos que la costa también lo hiciese.

➽ SAN LORENZO


El primer lugar que visitamos fue la playa de San Lorenzo, una inmensa alfombra de arena delimitada por una gran pared de roca negra que nos dejó subirnos a su su cima y contemplar la belleza del lugar. Aunque el paisaje fue una primera señal de que la costa tampoco pasaría desapercibida en este país, cabe narrar lo realmente especial de allí. No eran ni la arena, ni las rocas, ni las aves, ni el agua lo que destacaba. Fue, una vez más, la gente.

Sólo con pisar el lugar conocimos a Clever y Tumbaco, dos lugareños que nos ofrecieron la posibilidad de explorar el pueblo en su coche mientras nos iban explicando cada detalle de los cambios que ha ido experimentando esta pequeña villa costera en los últimos años. Con mucha ilusión nos contaron acerca de la evolución de San Lorenzo y los varios proyectos que están en marcha a día de hoy, mientras nosotros íbamos contemplando atentamente las partes que conformaban aquel pueblecito de pocas calles pero aparentemente llenas actividad.


La ruta terminó en la playa, y una vez más, el destino puso a un nuevo actor de nuestro viaje delante nuestro. Clever quiso presentarnos a su amigo, que justamente salió al patio en el momento en el que aparcamos el coche, enfrente del mar. Nunca nos hubiésemos imaginado que de aquellos tragos saldría tan bella amistad con Don Juan. Una persona de corazón solidario y hospitalario que nos ofreció pasar unos días con él. La situación en la que nos encontrábamos invitaba a ello y aceptamos su propuesta para encontrarnos de nuevo el día siguiente.



Desde el principio nos presentó con gran ilusión a gran parte de su entorno y los muchos proyectos con los que trabajaba, la mayoría con perspectiva para el desarrollo de la comunidad. Una parte de él que nos cautivó y que lo define como una persona de infinita generosidad y con consciencia social. En medio de mil y un proyectos, su temperamento tranquilo y su experiencia, eran capaces de dominar las complejidades y poco a poco desarrollar estos pasos hacia la mejora del lugar.

A medida de que nos íbamos conociendo, fuimos viendo una persona con mucho carisma en la comunidad debido a su gran nivel de implicación en ella, y algo que destacaba en esa bella persona también era su buen humor. Un carácter que nos permitió conectar al instante y disfrutar de cada una de las comidas que realizamos en su bonita casa. Todas ellas las terminamos hasta que nuestros cuerpos pedían descanso después de hablar sobre infinitos temas y entrar en el bucle de batallas de vídeos de Youtube durante horas.


Fueron tres los días que compartimos con Don Juan, pocos pero intensos. Nos rindieron lo suficiente como para conocerle a él y a su entorno (Monkey, Jerry & Cris, Lili, Jacinto y la inolvidable Princesa). Un conjunto que no olvidaremos con facilidad ya que nos recibieron con gran amistad. Durante esos días pudimos observar la costa desde otra perspectiva, recorrer la zona y contemplar su rico interior lleno de vegetación y grandes hectáreas de café y árboles frutales a pocos kilómetros del mar. Explorar los distintos pueblitos de la zona, su gente y sus playas... Pero sobretodo pudimos conocer una gran persona que, a pesar de nuestras diferencias evidentes en edad, procedencia, cultura y clase social, éstas no fueron en ningún momento una barrera, más bien todo lo contrario, pues conectamos de tal forma que pudimos hablar de todas ellas en confianza para aprender conjuntamente. 


Gracias Juan por brindarnos lo mejor de ti, cuidarnos y sacar tu tiempo para mostrarnos tu entorno y compartir largos y bonitos momentos que no olvidaremos. Esperamos poder recibirte con un pastel a la altura...¡pero la próxima vez en Barcelona!


➽ MACHALILLA


Después de quedarnos de nuevo con un extraño sabor a nostalgia, paramos nuestras mochilas en Machalilla. Un pueblo de puros pescadores que luchan día a día contra sus mayores competidoras, las aves que esperan su llegada a la playa para intentar pinzar algún que otro pescadito de la gran cantidad de cajas que sacan diariamente del mar.



En Machalilla contentamos nuestros paladares con abundantes ceviches, pero siempre después de ganarlo con largas caminadas. Los Frailes es un parque natural situado al lado del pueblo que ofrece un recorrido por sus distintas y encantadoras playas. Todas ellas, enmarcadas entre el horizonte y las rocas, desprendían una energía bella y salvaje de la zona.


playa Los Frailes
playa La Tortuguita

 MONTAÑITA



Continuando en la costa pero cambiando totalmente de ambiente, pasamos de la tranquilidad pueblerina a la pura esencia turística que atraen pueblos como Montañita. El lugar de los restaurantes, las artesanías, los comercios, la venta ambulante, el surf, la playa y sobretodo... la fiesta. El cocktail perfecto y de primera calidad para que el turismo pase por allí y llegue a quedarse un largo tiempo. Nosotros no disponíamos de él, pero en dos días pudimos vivir gran parte de lo que te ofrece este pequeño pueblo de gran actividad.







Recorrimos todas sus calles alumbradas por cantidad de sitios que continuamente ofrecían su anzuelo para entrar en su local, curioseamos las paradas de artesanías reprimidos de comprar, pero contemplando con asombro sus destrezas, conversamos con muchos de los vendedores ambulantes, cuyas historias de vida suelen ser interesantes, gozamos de su larga playa y...después de que nos conquistasen con que era una de las mejores discotecas de música electrónica del mundo, tratándose de la número 44,  y la mejor de Ecuador... no pudimos reprimirnos y ¡salimos de fiesta!


The Lost Beach es una de éstas discotecas que, aunque no te apasione la electrónica, merece la pena ir. Ya desde afuera nos mostró la cara más underground que rodea éste estilo de música. Toda ella es una obra artística de graffitis repartidos por los diferentes espacios de esta inmensa discoteca que, junto con una ambientación salvaje entre plantas trepadoras y sonidos tribales que salían de los potentes equipos de música, nos hicieron vivir una noche de diversión a base de techno y sobretodo ¡¡¡mucho baile!!!




Podemos decir que la expectativa con la que entrábamos a la costa ha estado a la altura. Ha sido una semana intensa en la que hemos podido vivir la familiaridad del lugar, contemplar unas de las playas más bellas de la zona en la provincia de Manabí y sentir el ambiente más turístico que ofrece la provincia de Santa Elena en Montañita. Nuestros días en Ecuador se acaban, y sentimos pena por ello, pero también alegría de poder estar conociendo estos rincones tan especiales con personas excepcionales.

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