martes, 13 de febrero de 2018

PERMACULTURA: Pachamama y Pachalago


Cuando ya empezábamos a descartar poder hacer un Workaway en Panamá, la campana sonó: alguien había contestado nuestra solicitud ofreciendo disponibilidad para recibirnos, así que salimos de la ciudad dirección a San Blas, motivados por emprender un nuevo reto en el viaje.

Si bien es cierto que siempre hemos sido dos amantes de la naturaleza con curiosidad por la vida de campo, también lo es que no teníamos ninguna experiencia a la hora de trabajar en éste ámbito. Pero esto lo hacía todavía más interesante y gratificante porque cuando menos sabes...¡mayores son las posibilidades de aprender mucho! 

Y así fue, a modo general podemos resumir los aprendizajes de dos intensas semanas en un único concepto general: La Permacultura.



Se trata de un conjunto de prácticas y maneras de pensar que pretenden crear una producción agrícola sostenible y respetuosa con los seres vivos. El objetivo es crear un ecosistema productivo de alimentos y recursos útiles, dejando a la naturaleza el mayor espacio posible.

Así que, ésto es lo que hemos intentado cumplir en nuestra experiencia de workaway: Producir cambios auto sostenibles en un contexto de agricultura y ganado, utilizando los recursos propios del lugar y minimizando los impactos negativos del rastro humano.




La primera semana la pasamos en Pachamama, un lugar bien adentrado en la densa vegetación que se forma rodeando la carretera que cruza hacia San Blas. En la cima de una de sus colinas se encontraba la casa de madera hecha por voluntarios y para voluntarios y al lado, las cuatro cabañas para huéspedes. Un lugar mágico rodeado de naturaleza y construido a base del esfuerzo de toda la gente voluntaria que ha pasado y ha dejado su huella. Primero en la gran estructura de la casa y luego el arte en cada uno de los rincones con pinturas, columpios, hamacas, bancos balancines, juegos de mesa de madera, etc.




En Pachamama reafirmamos lo duro que es el trabajo de campo, que combinando con un clima de sol y humedad pueden darte señales de alarma como despertarte a 38,5 de fiebre o ver el desgaste de las manos decoradas por cortes y ampollas. Pero también descubrimos cómo nombrar, transplantar y cuidar plantas y árboles tropicales, cómo preparar la comida para gatos, cerdos, gallinas, patos y caballos. Cómo y dónde cortar pasto para los caballos, de que forma se limpian las cuadras de los cerdos, cómo fijar vallas de alambre, buscar la mejor manera de distribuir las plantaciones de un huerto o cómo cortar una palma a machetazos para sacar y cargar el palmito que después nos comeríamos a la cena.
























Todo muy interesante, aunque de Pachamama nos llevamos algo más que aprendizajes, pues tuvimos la suerte de formar parte de un grupo tan trabajador como amigable, donde pudimos compartir trabajo duro, excursiones, charlas, comidas, artesanías, noches de malabares de fuego y también de bailes, juegos y mojitos. 





Y justo cuando llevábamos una semana en Pachamama ya casi familiarizados con el trabajo, el grupo y el lugar, salió la oportunidad de seguir el proyecto en otro sitio. En un inicio descartamos la opción, pero después nos animamos a conocer otro lugar y otra forma de trabajo, pues como ya hemos dicho,  la Permacultura debe variar en función del contexto y el tipo de recursos que se encuentren en él.


Situado en la orilla de una de las islas en medio del lago Bayano se encontraba nuestro nuevo paradero: Pachalago.  Un lugar hermosamente aislado, tranquilo y de reciente creación, motivo por el cual tenía mucho por explotar, sólo hacía falta buscar el qué y el cómo.

Lo bonito de éstos lugares es ver como se van transformando con las pequeñas huellas que va dejando cada una de las personas que pasan por allí. Algunas muy expertas hacen grandes cambios, otras pequeñas cositas aunque no por ello menos interesantes. También hay gente que se queda un largo tiempo y puede desarrollar cosas de mayor envergadura y otras pasan y se implican en pequeños proyectos, aunque muy entregados a ellos.


Ésta fue nuestra opción: teníamos sólo una semana y queríamos amortizar la estancia al máximo, así que entre el grupo decidimos trabajar en un proyecto compartido haciendo una cama de plantas aromáticas, pero con el reto de hacerlo en una pequeña pared de bioconstrucción en forma de espiral. Y para que el impacto de tierra no fuera tan agresivo, en vez de un hoyo haríamos un zig-zag que aprovechase el agua de la ducha y sirviera a su vez de conducto  para en un futuro regar los árboles frutales que se plantarían a su alrededor.



En los tiempos libres también aprovechábamos para hacer otros proyectos propios como crear banco enfrente del lago, un semillero para las futuras plantaciones, pinturas decorativas o un lavamanos que permitiera aprovechar el agua sobrante para regar cultivos y discriminar el agua enjabonada para limpiar.


Pachalago nos amplió el pequeño conocimiento sobre agricultura que ya habíamos empezado a cosechar en Pachamama y añadiendo el elemento del agua, como también nos ofreció un  primer acercamiento a la biconstrucción que de bien seguro retomaremos mas adelante. 

Éste bonito lugar nos brindó otra semana más de absorción de conocimientos y también de momentos para relajarnos, pescar, cazar y bañarnos en un hermoso lago que se perdía en el horizonte entre islas, réptiles y aves acuáticas.








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