lunes, 6 de agosto de 2018

TITICACA: Un lago lleno de cultura




Titicaca significa "puma gris" y es el nombre que los incas dieron a éste enorme lago por su forma parecida al animal referente de los Incas. De hecho, el mismo lago también tiene su propia leyenda Inca:

Se dice que cerca del siglo XII emergieron de las aguas del Titicaca, Manco Cápac y su hermana y esposa Mama Ocllo, ambos semidioses e hijos del Dios Inti (el Dios Sol). Su misión era fundar un nuevo reino para que mejoraran las condiciones de los pueblos, caminando hasta encontrar un lugar donde se Hundiera el cetro de Oro. Ese lugar fue Cuso.

A pesar de que las leyendas pueden tener alguna parte de verdad, no dejan de ser historias que dan magia a los lugares o personajes. En éste caso, el Lago Titicaca, tiene una magia especial de por si. Es el lago navegable más alto (3812 m.) del mundo que cuenta con una extensión de 8372 km2 y que además comparte sus aguas entre el territorio de Perú y Bolivia. Además, en él pueden convivir diferentes culturas muy distintas entre ellas que todavía a día de hoy preservan una identidad muy fuerte.

Por ello, no queríamos perdernos la oportunidad de conocer el Titicaca desde distintas perspectivas.


Puno
En el cerrito de Huajsapata de la ciudad de Puno ya pudimos contemplar su magnitud, aunque escondida entre las hojas de totora que confundían acerca de la nitidez de su horizonte. Nuestra idea era poder recorrer un poco por ese enorme lago y conocer las diferentes culturas que emergen en las más de 40 islas que tiene.

Empezamos por las islas de Uros, situadas a pocos kilometros de la bahía de Puno, aunque no por eso menos peculiares, mas bien al contrario. Se trata de 120 islas artificiales, es decir, creadas por el hombre, mediante la totora, un recurso natural que abunda particularmente en esa zona del lago. Sorprendentemente, hace ya 400 años que inventaron la manera de crear islas suficientemente fuertes para poder ser habitadas por entre cuatro y ocho familias cada una.



Para construir cada una de esas islas hay que conseguir 30 bloques de raíces de esta planta de un metro de profundidad cada uno, y luego mediante estacas de eucalipto y cuerdas de nylon unirlos entre sí para conformar una base firme. También hay que contar con 8 estacas más para usarlas cómo ancla ya que al ser flotantes, las islas se desplazarían al no ser fijadas.




Encima de tales bloques se coloca la paja de la misma planta de forma transversal, apilándola hasta conseguir 1m más de profundidad. Ésta paja es la capa más superior, por donde caminan sus habitantes, pero requiere un mantenimiento para evitar que se seque. Por ello cada dos semanas deben aplicar una capa nueva. Se precisa un metro adicional debajo de las casas para que les de un poco de altura y queden bien protegidas de la humedad.



En cuanto a las casas hay que decir que son muy acogedoras. Se sitúan alrededor del borde de la isla y consisten en una habitación con una cama grande donde duerme la pareja y l@s hij@s menores. Cuando l@s hij@s crecen y se casan ya podrán construir su propia casa y en el caso de que la isla esté llena, se podría construir una de nueva.

El material con el que se construyen las casas son de la misma totora y un poco de madera. Tardan dos semanas en construirla, exceptuando el techo que necesita de más cuidado y una pequeña superficie de plástico para impermeabilizar la sala. De todos modos, el viento y la lluvia hacen que cada seis meses tengan que cambiarlo. Afortunadamente, la luz solar constante que recibe el lago les permite contar con electricidad pues disponen de una placa solar por vivienda.






Los habitantes de Uros principalmente viven de la pesca y la caza de aves, aunque también tienen una pequeña fuente de ingresos con las visitas del turismo y la venta de artesanías que les permite poder ir al mercado de los Sábados de Puno a comprar algunas verduras. Cocinan colectivamente en el centro de la isla, siempre poniendo una roca de base para aislar el fuego.

Aunque parecen muy bien equipadas, no siempre pueden encontrarlo todo en su misma isla. Pase hacer sus necesidades deben remar cinco minutos hacia la isla firme donde se encuentra la comuna con sistema de aguas sucias. Una forma de no contaminar el lago y de poder beber su agua simplemente hirviéndola. También entre las 120 islas se encuentra una escuela primaria y un centro de salud flotantes.

Conocer las Islas de Uros fue algo bastante impresionante y diferente a lo que habíamos conocido hasta entonces, pero sobretodo imaginando el día a día de la gente de allí, tan distinto al nuestro... Ellos rodeados de agua, conviviendo entre familia tranquilamente y con preocupaciones a corto plazo como conseguir la comida del día o tener artesanías preparadas para vender. Nosotros en tierra firme y al alcance de todas las comodidades, pero también víctimas de un sistema de consumo y esclavos de un tiempo que apenas disfrutamos.


Amantani


De allí seguimos lago adentro, esta vez hasta el interior del lago, para conocer otra de las culturas que existen en el Titicaca. Amantaní es una isla de "tierra firme", de echo es un volcán inactivo donde viven hasta 4000 habitantes repartidos en diez comunidades distintas, cada una con un color de pollera distinta.




En ésta isla de 8 km2 pudimos quedarnos dos días y dos noches en la casa de Irma y Silvestre para conocer acerca de su forma de vida, no tan distinta como en Uros, pero sí más distante a la costa de Puno por lo que la auto subsistencia es un reto evidente.





A pesar de vivir rodeados de agua, el abastecimiento de peces es escaso por lo que asombrosamente no es el pescado su fuente de alimentación. El problema recae sobre el hecho de haber introducido la trucha y el pejirey, que son carnívoros, y han reducido las presas más pequeñas. Además, a pesar de introducir nuevas huevadas, el frío de éstas épocas tampoco ayuda a recuperar los niveles anteriores. Así que, su fuente de alimento es aquel que sobrevive a 4000 m, como las papas, las ocas, quinoa y trigo. Y algún cordero para ocasiones especiales, ya que mayormente los usan para que abonen la tierra. También, el hecho de recibir turistas en las casas de forma rotatoria les permite tener unos ingresos extras para complementar su alimentación comprando una vez a la semana en la capital. 




En Amantaní pudimos conversar con la familia y hasta participar en la festividad bailando con música en vivo. Una fiesta muy preparada para recibir el turismo pero que no pierde la esencia de convivir entre culturas, bailando en círculo y agarrados de la mano. También el hecho de quedarnos un día más nos permitió pasear por las laderas de la isla observando las terrazas preincas, acompañar a Irma a pastar las Ovejas o ayudar a la familia a cargar las papas hasta las zonas altas para aprovechar las heladas y convertirlas en chuño. Después estaba la parte más mágica, que era subir a lo más alto para visitar sus dos templos en honor a la Pachamama, y esperar sentados en una roca para ver al sol caer y difundir su luz anaranjada por ese inmenso y espectacular lago lleno de islas y nevados. Y antes de acostarnos bajo un buen número de mantas de alpaca, contemplar la luz de una gran luna llena que competía el protagonismo de la noche con un cielo bien estrellado y difuminando la brillante sombra del aura Boreal.
















Antes de regresar a Puno tuvimos la oportunidad de parar en Taquile, la isla vecina de Amantaní, para ver otro contraste cultural del Lago. Con 5,5 km de largo por 1,5 km de ancho, ésta isla cuenta con 2000 habitantes repartidos en seis comunidades. Una isla más pequeña que la anterior pero con un ambiente muy animado, sobretodo por haber coincidido con el baile de sicuris en honor a la festividad de Santiago. Gracias a tal evento pudimos disfrutar del baile típico así como ver y distinguir los distintos tipos de vestimenta y complementos, muy variables en función de la edad y sobretodo del estado civil.



En cuanto a la alimentación hay que decir que es muy parecida a Amantaní, así como las condiciones de vida. Por ejemplo en cuanto a la educación tienen oportunidad para terminar la secundaria en la misma isla y en cuanto a gestión de residuos, hay un varias embarcaciones que pasan cada dos meses a recogerlos y llevarlos a Puno. Ésta isla llena de arcos adornados con la flor Cantuta para separar las comunidades y favorecer su armonía, nos permitió ver otra de las muchas culturas que coexisten en éste lago, pero manteniendo la identidad de cada una de ellas.



Después de éstos días conociendo el Titicaca desde el Lago Peruano, queríamos ver como se exponía a otro extremo y cómo cuanto cambiaban las culturas en la parte Boliviana, así que, dicho lago fue la despedida de Perú y también la bienvenida a Bolivia.


Isla del Sol


La isla del Sol nos ofreció las vistas opuestas del lago, pero no menos bellas. De hecho teníamos mucho más cerca los nevados y eso daba un contraste atípico y maravilloso entre la tierra árida de colores cálidos de la isla, el majestuoso lago  de color azul marino que se extendía a su alrededor, y al fondo los enormes nevados brillantes bajo un cielo azul celeste. En la isla del Sol no rompimos nuestra rutina de coronar el cierro más alto para ver las mejores vistas y aventurarnos para conocer los distintos rincones y comunidades (a pesar de que no pudimos conocer la parte norte por conflictos internos). 


Y es cierto que la naturaleza, protagonista de éste paraje, presentaba un hermoso cuadro, pero también los habitantes sembraron gran parte de talento para configurar la magia completa del lugar. Por un lado, disfrutamos observando las casitas de adobe de las pequeñas comunidades y soñando en que algún día viviríamos en un lugar parecido. Por otro, los más pequeños de las escuelitas nos deleitaron con una exhibición de bailes tradicionales honrando el gran día de la Pachamama mientras los adultos participaban del desfile mostrando sus trajes de gala. 



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